Optimismo antropológico



"El hombre es bueno por naturaleza, es la sociedad la que lo corrompe", Jean-Jacques Rousseau.

Algunos movidos por la buena intención pueden pensar que si sigue habiendo anticlericalismo es también culpa de los católicos. Pero ¿porqué ahora que han conseguido casi todo lo que se habían propuesto en la sociedad siguen atacando a su religión? ¿qué hace éste colectivo para impedírselo, salvo dar alguna vez una opinión?.

A veces se les dice que deben vivir su creencia en privado sin intentar imponerla al resto de la sociedad, pero haciendo una analogía sería como decir a las ideologías que vivan su forma de pensar en privado y no intenten imponérselo a los que no piensan como ellos... Tal como se han conformado las sociedades hoy el cristianismo debe tener derecho a expresar su opinión sobre los temas que afectan a todos, al menos del mismo modo que otras formas de pensar que intentar influir en la sociedad. No por un afán de dominio, sino porque piensa que determinadas cosas son buenas para el hombre y otras le perjudican.

Los anticlericalismos que intentan que los católicos cambien de forma de pensar hacen denuncias de injusticias que algunas veces son ciertas y otras no, pero en realidad van contra todo orden establecido, que se considera por el hecho de serlo corrupto. Y consideran a la Iglesia parte de ese orden heredado, y además no va a cambiar su forma de pensar. En su lugar proponen que lo que sale de forma natural de las personas es bueno por sí mismo. Lo malo es que precisamente la historia ha demostrado que luego esa teórica bondad natural se convierte en una tiranía aún peor, sobre todo en los procesos revolucionarios, como describió George Orwell en Rebelión en la granja.

No tienen en cuenta quienes promueven esta mentalidad que el ser humano por naturaleza es imperfecto, que tiene fallos y debilidades y que cuando se eliminan los frenos morales las debilidades se desatan, por eso en las revoluciones hay una violencia y una injusticia mayor que la que había antes y en teoría se proponía remediar. Charles Dickens que había dedicado su obra a criticar las injusticias sociales en la Inglaterra del siglo XIX, se aproximó a esa idea en Historia de dos ciudades;

«Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos, la edad de la sabiduría, y también de la locura; la época de las creencias y de la incredulidad; la era de la luz y de las tinieblas; la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación. Todo lo poseíamos, pero no teníamos nada; caminábamos en derechura al cielo y nos extraviábamos por el camino opuesto".









En medio de una sociedad que aunque imperfecta, mantiene un orden en que hay límites quienes defienden esa naturalidad se pueden presentar como representantes de una fresca espontaneidad, sin corrupciones sociales. Pero se podría decir que en cierto modo lo parasitan, se aprovechan del orden y al mismo tiempo lo atacan sacando el rédito de denunciar sus errores (a veces ciertos y otras exagerados) porque como toda obra humana los tienen. Y hay algo de propio interés, porque el fin no es la búsqueda sincera de lo equivocado, sino el rédito de la denuncia, por eso hay como una promoción continúa de cambios sociales, no reconociendo lo acertado y bueno del orden para intentar salvarlo, que globalmente es mucho comparado con su ausencia.

Hoy en día tiene rédito defender que hay que romper con los límites porque a la mayoría le es más atractivo que les digan que no los tengan, que se liberen, por ejemplo con los temas relacionados con la sexualidad. Mientras quienes siguen defendiendo que el hombre no es perfecto, que hay cosas que están bien y mal, que hay un orden natural de las cosas y por ello que determinadas posiciones son perjudiciales para el mismo hombre, etc, son presentados negativamente. Quizás también porque al hacerlo ponen un poco en evidencia a quienes han hecho de la denuncia continua su razón de ser.

Buscar sinceramente la verdad significa que a veces hay que hacer renuncias, adaptar nuestra forma de actuar a la verdad, en lugar de pretender que la verdad se adapte a lo que queremos. Esta quizás sea la peor consecuencia de este llamado optimismo, aunque a veces se revista de buenas intenciones sobre lo inmediato, más bien lo emotivo, un ejemplo de ello es que mientas se promueven las ideas de "imagine" de John Lennon, en los países civilizados miramos a otro lado con el drama del aborto, en lo primero no hay obligaciones concretas y en lo segundo las hay.

Para sacar rédito de promover cambios hay que promover cambios continuamente pero esto no construye, un ejemplo visible es que la llamada liberación sexual ha llevado a una caída brusca de la natalidad, pero sin el suficiente relevo generacional no habrá quien mantenga el llamado estado del bienestar en el futuro. El estado del bienestar se construyó con el aporte de las ideas de la natalidad tradicionales que seguían el orden natural.

Por eso los promotores de cambios sociales son deudores de vivir en un mundo donde ha seguido un orden. Que incluso les protege a ellos, porque es común en los procesos revolucionarios que quienes lo han promovido sean después atacados por otros que a su vez los vean a ellos corrompidos. Cuando se han eliminados los límites que sirven para todos, lo subjetivo se hace por sí mismo válido, sea lo que sea (y eso sirve para un dirigente comunista ó para el "lobo de Wall Street" que describió Scorsese). Por eso a corto ó medio plazo los procesos revolucionarios suelen llevar a que las sociedades fracasen y luego les echen la culpa a otros. Suele pasar cuando se agota la herencia de el orden anterior que con defectos sí construía, los revolucionarios a menudo se pierden en los gestos simbólicos, y sin sacrificios, esfuerzo y trabajo no se construye nada, aunque sea más antipático decirlo que promover derechos.

Pero los que exigen derechos pueden hacerlo porque hay a quien pedírselos, pero ¿y si no lo hubiera, si ya no hay a quien reclamar?. Se puede pensar en regímenes como el de Venezuela, cuando se agota lo que había la sociedad colapsa. Y ocurre algo semejante en los países desarrollados con la crisis de natalidad.

Por suerte siempre podremos recuperar los valores tradicionales. Algunos pensamos que las sociedades son mejores cuando los valores cristianos las guían porque hacen que los hombres se den cuenta que como seres humanos tienen limitaciones y que es bueno intentar ponerles remedio y querer ser mejores, y no sólo por la obligación de las leyes civiles. Y los creyentes tienen además la ayuda de la gracia.

El cristianismo aportó el concepto de caridad hacia el que coge el camino equivocado, pero una caridad aplicada dentro del orden que se debe preservar, porque sin una guía no sería necesaria la caridad porque no existirían en teoría caminos equivocados.








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