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La manipulación mediática
y la denuncia de los casos de abusos en la Iglesia.




La acusación de abusos es uno de esos delitos que sólo con ser sospechoso de él deja marcado al sacerdote, cuando los medios vierten acusaciones sólo basadas en sospechas ya están provocando un mal, aunque después no se demuestren esas acusaciones. ¿Pero entonces quién resarce a la persona o institución sobre la que se han vertido públicamente sospechas de un delito repulsivo?

Por ejemplo en EEUU la mayoría de los casos investigados de presunta pederastia fueron desestimados. Y no se trata de negar que existan casos de abusos, pero sí de que sólo sea marcados como responsables los que realmente sean culpables, y si en la Iglesia hay culpables deben responder ante la justicia, como ya ha dicho el Papa en su carta a los irlandeses, pero la Iglesia entera y su pastor no puede ver ensuciada su imagen pública con "dimes y diretes" que no se demuestran con pruebas fehacientes. Y para averiguar si una sospecha se convierte en delito es necesario emprender una investigación seria, tal y como se hace con cualquier otro presunto delito y como en cualquier delito hay que tener en cuenta la presunción de inocencia de la persona/nas implicadas.

Más cuando la Iglesia mantiene un combate con precisamente el sector de la sociedad que es más crítico con los casos de abusos, sus principales acusadores y jueces públicos, o sea los más interesados en principio en usar estos casos para desprestigiar a su enemigo en el debate de las ideas. Y es de esperar que estos acusadores con los que la Iglesia mantiene este enfrentamiento desde hace mucho tiempo no sean precisamente los más objetivos, antes al contrario, cabe esperar que sean todo menos objetivos e intenten distorsionar la verdad para beneficio propio y de sus ideas, devaluar a quién se opone a su forma de pensar intentando devaluar ante la opinión pública lo que éstos digan a partir de ahora.

Un ejemplo, El País publicaba del 26 de marzo este artículo:

«El escándalo de los abusos

Ratzinger supo de la vuelta de un cura pederasta a la actividad parroquial cuando era obispo de Múnich

Nuevas revelaciones del diario 'The New York Times' vuelven a implicar al Papa en el escándalo de los abusos sexuales.- El sacerdote Peter Hullermann cometió otra vez pederastia en su nuevo destino

Joseph Ratzinger supo más del caso del cura pederasta alemán Peter Hullermann cuando era obispo de Múnich de lo que los informes eclesiásticos han sugerido hasta ahora, informa hoy The New York Times. El periódico estadounidense asegura que al actual Papa le fue remitido un informe en el que se decía que Hullermann iba a volver al trabajo pastoral parroquial unos días después de empezar el tratamiento para superar su pedofilia, terapia que el propio Ratzinger había autorizado. Ese informe da cuenta también de una reunión mantenida el 15 de enero de 1980, encabezada por Ratzinger, en la que se habría aprobado el traslado de Hullermann de la parroquia de Essen en la que habría cometido los abusos».


El titular del artículo, la introducción y el primer párrafo inducen al lector a creer que el Papa está implicado en el escándalo de los abusos sexuales porque supo de la vuelta de un sacerdote acusado a su actividad parroquial en su diócesis y éste volvió a cometer abusos.

Sin embargo el artículo prosigue:

«Tras conocerse públicamente el caso, el Obispado de Múnich reconoció "errores graves" en el caso del padre Hullermann, aunque atribuyó tales equivocaciones a las personas que tenían que informar a Ratzinger, apuntando a su número dos por aquel entonces, Gerhard Gruber. No obstante, el rotativo norteamericano admite que "todavía no está claro" el rol que Ratzinger jugó en el asunto y "cuánto interés" puso en el caso. Lorenz Wolf, vicario judicial del Obispado de Múnich, declara a The New York Times que el citado informe era rutinario y que "es poco probable que acabara en la mesa" de Ratzinger. Con todo, "no descarta" que el hoy Pontífice lo leyera. Sin embargo, el eclesiático encargado del caso desde el principio, Friedrich Fahr, estuvo en todo momento "personalmente, excepcionalmente conectado con el cardenal Ratzinger", según el periódico».

Después de afirmar que el Papa está implicado en el escándalo de los abusos sexuales porque supo de la vuelta de un sacerdote implicado a su actividad normal, afirma el mismo artículo que el citado informe rutinario en el que se basa esta acusación "es poco probable que acabara en la mesa" del entonces cardenal, luego es poco probable que el Papa conociera la vuelta de este sacerdote a su puesto parroquial. Y el mismo The New York Times reconoce que "todavía no está claro" el rol que Ratzinger jugó en todo el asunto.

Pero a pesar de manifestar dudas posteriores, el daño (a propósito) de la introducción del artículo ya está hecho, sólo con sembrar la sospecha de que el Papa pueda estar implicado en un caso de abusos se ensucia su imagen pública. Algo que ya están dispuestos a aprovechar los que mantienen una oposición secular con la Iglesia. Esos mismos días publica el citado El País de tendencia progresista, artículos relacionados con este mismo tema con títulos como: «El ex secretario de tres papas dimite por los casos de pederastia», «Una bancarrota moral», «Infancia robada», «Permanente encubrimiento»....

Ya se sabe, "no dejes que la verdad pueda estropearte un titular".

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