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Una cosa son los desmanes cometidos por los dos bandos durante la guerra y otra la represión del franquismo en tiempo de paz.





Este argumento que hemos oído comentar estos días a raíz de la polémica por el proceso al juez Garzón, es una argucia para evitar tener que admitir que si éste se proponía no tener en cuenta la ley de amnistía para emprender un proceso para juzgar el franquismo, debía estar dispuesto a abrir también un proceso por los desmanes cometidos por el bando republicano.

Porque no se pueden separar los efectos de la causa que los motivaron, el franquismo no se puede explicar sin la guerra civil y la guerra civil no se puede explicar sin el fracaso de la II República. El franquismo no es otra cosa que la continuación de uno de los dos bandos enfrentados.

Es cierto que en tiempo de guerra se producen desmanes que no se dan en tiempo de paz, pero muchos de los desmanes cometidos en la zona republicana no fueron provocados por la situación de guerra misma sino que estaban hace tiempo en la manera de actuar habitual de la izquierda republicana. Y es evidente el poco respeto que ésta tenía en su mayoría por la "legalidad democrática", aunque ahora use mucho este argumento para atacar al bando nacional tachándoles de haberse sublevado contra la "legalidad establecida".

En 1934 se produjo un hecho insólito en un democracia normal, la protesta generalizada de la izquierda por la inclusión en un nuevo gobierno de tres ministros pertenecientes al partido más votado en las últimas elecciones, la CEDA que tenía 115 escaños.

«La reacción fue rápida y violenta. El partido Izquierda Republicana de Azaña, Martínez Barrio e incluso Miguel Maura condenaron la actuación del presidente que entregaba la República a sus enemigos. En Madrid, la UGT proclamó una huelga general, y algunos militantes socialistas avanzaron disparando hacia el Ministerio de la Gobernación, situado en la Puerta del Sol. Les acompañaron unos cuantos oficiales jóvenes.» *

«En Barcelona, la entrada de la CEDA en el gobierno animó a Companys a proclamar «el Estado catalán» como parte de una «República federal española» ... «Las fuerzas monarquizantes y fascistas que de un tiempo a esta parte pretenden traicionar la República, han logrado su objetivo», anunció Companys. «En esta hora solemne, en nombre del pueblo y del Parlamento, el gobierno que presido asume todas las facultades del poder en Cataluña, proclama el Estado Catalán de la República federal española, y al establecer y fortificar la relación con los dirigentes de la protesta general contra el fascismo, les invita a establecer en Cataluña el gobierno provisional de la República.» *

«El alzamiento de Asturias se preparó cuidadosamente en toda la provincia. Su cuartel general estaba en Oviedo, la capital, y se organizaron importantes acciones en las cercanas ciudades mineras de Mieres y Sama. La señal del alzamiento fue, como en todas partes, la entrada de la CEDA en el gobierno. Pero los mineros estaban muy bien organizados para el caso de que se produjera esta eventualidad. Tenían armas. Tenían dinamita. Contaban ya con comités conjuntos de trabajadores para dirigir sus actividades. Su reacción ante la conquista «fascista» del poder en Madrid fue la de desencadenar, en la medida de lo posible, una revolución total de las clases trabajadoras». *

«Así como en el resto de España los partidos obreros habían tenido opiniones divididas respecto a la revolución, en Asturias, anarquistas, socialistas, comunistas, el Bloque Obrero y Campesino, la UGT y el comité regional asturiano de la CNT colaboraron bajo el grito unificador de UHP (Uníos, Hermanos Proletarios).» *

«Los comités locales se hicieron cargo del mantenimiento de la disciplina, y hubo casos de trabajadores que salvaron la vida a miembros de la burguesía amenazados. Tuvieron lugar diversos atropellos. Ardieron varias iglesias y conventos. El palacio del obispo y gran parte de la Universidad de Oviedo fueron destruidos durante los asaltos al cuartel Pelayo, defendido por la guardia civil. Fueron asesinados unos cuantos empresarios y unos doce sacerdotes, especialmente en Turón. En Sama, treinta guardias civiles y de asalto resistieron un asedio de un día y medio. Cuando se rindieron, algunos fueron fusilados». *


Los desmanes cometidos después en la zona republicana, el asesinato injustificado de personas sospechosas de ser de derechas, sacerdotes y burgueses ricos tuvo su antecedente en la revolución de Asturias, sin que hubiera habido una provocación previa.

Hay quién sostiene que los excesos de la izquierda se debieron a los abusos padecidos durante años por parte de la derecha sociológica, pero lo cierto es que los socialistas habían colaborado en la dictadura de Primo de Rivera y la monarquía había entregado el poder a los republicanos de la forma más pacífica posible, auto-disolviéndose.

La revolución de Asturias iba a tener una consecuencia si cabe aún más grave que el levantamiento contra la legalidad y los desmanes provocados, iba a radicalizar profundamente las posturas de unos y otros. La derecha a partir de entonces va a desconfiar de una izquierda que ha pretendido dar un golpe de estado para imponer una dictadura del proletariado y la izquierda va ha estar resentida por la dureza con que se reprimió su levantamiento, utilizando el ejército regular e iba a explotar el victimismo de esta represión a partir de entonces ¿Pero de qué otro modo se hubiera podido reducir a un ejército de obreros organizados y armados con fusiles y explosivos que se habían hecho dueños de casi toda una provincia?

«Asturias hizo que un estremecimiento de horror sacudiera a la clase media española. Les parecía que cualquier cosa, incluso una dictadura militar, era preferible a la desintegración». *

«La revolución de octubre entra en el dominio del mito y, lo que es peor, de la propaganda desaforada. Asturias levanta en España y en el extranjero oleadas de pasión que no se detienen ante la calumnia, la tergiversación y el exceso. Izquierdas y derechas rivalizan en esta pugna, en la cual sufren un lavado de cerebro que contribuirá a exaltar la vehemencia fratricida. Las próximas elecciones van a polarizarse a favor o en contra de la revolución de octubre». *

«Los anarquistas se mantuvieron fuera del sistema, pero en el último minuto alentaron a sus miembros a repetir ante las urnas la unidad manifestada en Asturias. Esto se debió a que una de las principales propuestas del programa del Frente Popular era la amnistía para los presos políticos». *

«En el programa del Frente Popular también había otras medidas que se referían a Asturias. Todos los parados por meras razones políticas debían ser readmitidos en su trabajo (esto era una advertencia a los patronos que habían tornado nuevos obreros para reemplazar a los que estaban en la cárcel, o a los despedidos después de octubre de 1934)». *


¿Podemos imaginar a una coalición electoral que tras el golpe del
23-F hubiera prometido lo mismo a los implicados?

«La lucha electoral fue tempestuosa. El gobierno levanto el «estado de alarma» que se había mantenido en muchas áreas desde lo de Asturias. Enormes multitudes acudían a los mítines. Había mucha violencia en las palabras; de momento sólo en las palabras. «El fascismo vaticanista —proclamaba una octavilla de propaganda electoral— ofreció trabajo y ha dado hambre; ofreció paz y ha dado cinco mil tumbas; ofreció orden y ha alzado el patíbulo». *

«Los resultados de la primera vuelta de las elecciones. dados a conocer el 20 de febrero, fueron los siguientes, en lo que se refiere a los bloques nacionales: 4.654.116 (34,3 por 100) para el Frente Popular. 4.503.505 (33,2 por 100) para el Frente Nacional. 526.615 (5,4 por 100) para el Centro, incluidos 125.714 votos para los nacionalistas vascos. El Frente Popular había obtenido 263 diputados, el Frente Nacional, 133, y el Centro, 77». *


El Frente Popular cumpliendo su promesa electoral pone en libertad a los condenados en prisión por el intento de golpe de estado dos años antes, demostrando que la coalición de izquierdas, a pesar de lo que se diga ahora no fue la mayor defensora de la "legalidad democrática".

«Entretanto, el entusiasmo de los partidarios del Frente Popular no tenía limites. Una inmensa multitud se aglomero ante el ministerio de la Gobernación, en Madrid, gritando: «¡Amnistía!» En Oviedo, los militantes del Frente Popular se adelantaron a los resultados de las elecciones y abrieron las cárceles, en las que se encontraban la mayor parte de los detenidos a raíz de la revolución de Asturias. También quedaron en libertad algunos delincuentes comunes. El primer acto de Azaña como jefe de gobierno fue la firma de un decreto de amnistía que se extendía a todos los presos políticos. Fueron liberados los socialistas y los dirigentes catalanes de 1934. Companys y sus consejeros salieron de la cárcel, siendo aclamados de nuevo como rectores de su ciudad, en medio de unas escenas de entusiasmo nunca vistas en las floridas Ramblas de Barcelona. Luego, el Tribunal de Garantías Constitucionales declaró ilegal la suspensión del Estatuto Catalán». *

«El gobierno también empezó a poner en práctica los acuerdos del pacto del Frente Popular. El Instituto de Reforma Agraria reanudo sus tareas. Se adoptaron medidas que eran consecuencia de los decretos de amnistía. Pero esto significaba que los patronos tenían que readmitir a los hombres que habían despedido después de las huelgas de 1934, y además indemnizarlos por los salaries perdidos. Al mismo tiempo tenían que mantener en sus puestos a quienes los habían reemplazado, o darles una indemnización». *


El 17 de junio de 1936, Gil-Robles denuncia en el parlamento los desórdenes habidos desde el 1 de febrero hasta el 15 de junio: «160 iglesias destruidas, 251 asaltos de templos, incendios sofocados, destrozos, intentos de asalto. 269 muertos. 1287 heridos de diferente gravedad. 215 agresiones personales frustradas o cuyas consecuencias no constan. 69 centros particulares y políticos destruidos, 312 edificios asaltados. 113 huelgas generales, 228 huelgas parciales. 10 periódicos totalmente destruidos, todos de derecha. 83 asaltos a periódicos, intentos de asalto y destrozos. 146 bombas y artefactos explosivos. 38 recogidos sin explotar.» El gobierno del Frente Popular alegaba estar desbordado ante la escalada de violencia entre sectores radicales izquierdistas y derechistas, causada por ambos.

Los desmanes culminan con el intento de asesinato del jefe de la oposición y con el asesinato de Calvo Sotelo por un grupo formado por guardias de asalto y militantes socialistas. Se cree que aunque la conspiración contra el gobierno de Frente Popular ya estaba en marcha, éste fue el desencadenante final que provocó que algunos militares que en principio tenían dudas sobre el levantamiento se decidiesen a apoyarlo, entre ellos el mismo Franco.

Cuando se condena el alzamiento y el franquismo hay que tener en cuenta cómo era en su mayoría la izquierda en la II República. Ésta había intentado dar un golpe de estado contra la legalidad democrática porque se negaba ha aceptar que la derecha llegase al poder aún siendo el partido más votado y esta aptitud se prolongó cuando llegó al poder y puso en libertad a los implicados en la sublevación y forzó que fuesen readmitidos en sus puestos de trabajo y que recibiesen indemnizaciones. Cuando además se produce el asesinato de uno de los principales dirigentes de la derecha, ¿quién podía creer que esta izquierda era realmente demócrata y que era capaz de respetar a sus oponentes ideológicos?

«La clase media española quedo estupefacta ante este asesinato del líder de la oposición parlamentaria realizado por miembros de la policía regular, aún cuando pudieran sospechar que la víctima había estado implicada en una conspiración contra el Estado. Ahora era lógico suponer que el gobierno no podía controlar a sus propios agentes, aunque deseara hacerlo. Los republicanos de derechas o de centro, tales como Lerroux, o Cambo, o incluso Gil Robles, pensaron que a partir de entonces no podían ser leales a un Estado que no podía garantizar sus vidas». *

Algo que se pasa por alto cuando se acusa a los sublevados el 18 de julio de haberlo hecho contra la legalidad, es el hecho que el gobierno del Frente Popular cuando tuvo las primeras noticias del alzamiento anuló los derechos democráticos de la oposición, prohibiendo su actividad y clausurando e incautando las sedes de sus partidos, así como sus medios de comunicación. Desde las primeras noticias, sin pararse a averiguar quiénes estaban implicados en la rebelión y quienes no, el Frente Popular estableció una dictadura en la que sólo tenían derechos políticos los partidos miembros de esta coalición y el PNV. Cuando si realmente se pretendía defender la "legalidad republicana" lo normal hubiera sido no suspender las garantías democráticas de aquellos que no se sabía si estaban directamente implicados. El caso es que muchos dirigentes de los partidos de la derecha y muchas personas por el hecho de ser sospechosas de simpatizar con el alzamiento acabaron siendo asesinadas sin un juicio justo. Teniendo en cuenta que el Frente Popular representaba en teoría el gobierno legítimo de España y la legalidad.

Otra cosa que deshace la idea de que la zona republicana representaba la legalidad legítima es su creciente radicalización revolucionaria, además de haber dejado de ser democrática persiguiendo a la oposición. Es ejemplo de ello la transformación del ejército regular de la república en el "ejército popular" resultado de fusionarlo con las milicias armadas de los partidos y sindicatos, implantando la figura del "comisario político" de estilo comunista....

«la clase trabajadora española no resistió a Franco en nombre de la democracia y el status quo, como podríamos haberlo hecho nosotros en Inglaterra; su resistencia fue acompañada de un estallido revolucionario definido, y casi podría decirse que éste fue su carácter. Los campesinos se apoderaron de la tierra; los gremios se hicieron cargo de muchas fábricas y la mayor parte del transporte; se arrasaron iglesias y se expulso o mato a los sacerdotes. El Daily Mail, entre los aplausos del clero católico, pudo presentar a Franco como a un patriota que liberaba a su tierra de las hordas de "rojos malvados"... Resultaría muy difícil creer que los anarquistas y socialistas, que formaban la columna vertebral de la resistencia, hacían todo eso a fin de preservar la democracia capitalista la cual, especialmente desde el punto de vista anarquista, no era mas que una maquinaria centralizada de estafa... De hecho en España no se desarrollaba una mera guerra civil, sino el comienzo de una revolución. Esta es la situación que la prensa antifascista fuera de España ha tratado especialmente de ocultar. Toda la lucha fue reducida a una cuestión de "fascismo versus democracia" y el aspecto revolucionario se silencio hasta donde Ie fue posible». George Orwell, Cataluña 1937.

Repetimos ¿quién podía creer que esta izquierda era demócrata, aunque pregonase que la defensa de la democracia era una de sus motivaciones principales?

Conclusión: El intento de golpe de estado antidemocrático del 34 radicalizó las posturas de derecha e izquierda, la primera iba a desconfiar a partir de entonces de las intenciones democráticas de la izquierda y la segunda iba a guardar resentimiento por haber sido vencida su iniciativa revolucionaria y por la forma como que se hizo. Esta radicalización iba a estar presente en la vida política de forma creciente hasta desencadenar en el alzamiento de 1936, la guerra iba a provocar aún más desmanes concluyendo con la victoria de uno de los bandos que se prolongó en el franquismo. Es muy probable que sin el intento de golpe de estado de la izquierda en 1934 y los acontecimientos posteriores la derecha no hubiera temido acabar siendo barrida por una dictadura del proletariado y sin este temor un levantamiento conservador contra la república no hubiera tenido el apoyo suficiente. Por eso cuando se juzga la "represión" contra la izquierda durante el franquismo hay que tener en cuenta todos los acontecimientos precedentes.

El franquismo fue evolucionando, hasta llegar hacer posible la reconciliación de los españoles aún antes de la muerte de Franco, posibilitando una transición más o menos pacífica.


* Hugh Tomas, La guerra civil española.

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