Camino a la libertad, la película que se proyecta ahora en los cines, es la historia de unos presos evadidos de un gulag soviético en Siberia y de una odisea sobrehumana para llegar a la India tras haber recorrido caminando más de 6.000 kilómetros. Con el trasfondo del terror soviético la cinta arranca con la rendición de Polonia a los alemanes y soviéticos y acaba con el derrumbe del comunismo en 1989.

Está basada en hechos reales, y en la novela de Slavomir Rawicz, La increíble caminata (The Long Walk: The True Story of a Trek to Freedom), editada en 1956. Se dice que aunque el autor la escribió en primera persona es probable que recogiese el relato de otros evadidos, pero las vicisitudes por las que pasan los evadidos se creen verdaderas porque con más de 20 millones de prisioneros en gulag en Siberia se repetirían muchas historias semejantes a la que cuentan el libro y la película. Leer más.

Sobre la misma temática, la evasión del gulag y las penalidades de la huída se hizo en 1984 una película para la televisión llamada "Gulag" que cuenta la historia de un periodista deportivo americano acusado injustamente de espionaje por el KGB que consigue huir a Noruega. También la notable "Hasta donde los pies me lleven" (2001), basada en hechos reales cuenta la odisea de un soldado alemán prisionero en el extremo oriental de la URSS, cerca de Alaska que atraviesa toda Siberia en un viaje de 3 años para escapar por la frontera iraní y llegar a su Baviera natal.

En la historia de los gulags se pone de relieve la crueldad de las dictaduras comunistas.

El autor más famoso sobre la temática de los gulag, Alexander Solzhenitsyn, estuvo en España en 1976 y fue entrevistado por José María Iñigo en TVE, en el programa Directísimo. Entrevista muy criticada por los contrarios al régimen de ese momento, ya que en ella comparaba la libertad de los soviéticos con la ‘libertad’ de los españoles entonces.



Decía:

«¿Saben ustedes lo que es una dictadura? (…) Los españoles son absolutamente libres para residir en cualquier parte y de trasladarse a cualquier lugar de España. Nosotros, los soviéticos, no podemos hacerlo en nuestro país. Estamos amarrados a nuestro lugar de residencia por la propiska (registro policial). Las autoridades deciden si tengo derecho a marcharme a tal o cual población (…)»

«Los españoles pueden salir libremente de su país para ir al extranjero (…) En nuestro país estamos como encarcelados. Paseando por Madrid y otras ciudades (…) más de una docena de veces, he podido ver en los kioskos los principales periódicos extranjeros. ¡Me pareció increíble! Si en la Unión Soviética se vendiesen libremente periódicos extranjeros se verían inmediatamente docenas y docenas de manos tendidas luchando por procurárselos (…)»

«También he observado que en España uno puede utilizar libremente las fotocopiadoras (…) Ningún ciudadano de la Unión Soviética podría hacer una cosa así en nuestro país.»

«En su país (dentro de ciertos límites, es cierto) se toleran las huelgas. En el nuestro, y en los sesenta años de existencia del socialismo, jamás se autorizó una sola huelga. Los que participaron en los movimientos huelguísticos de los primeros años del poder soviético fueron acribillados por ráfagas de ametralladora.(…)»

«Si nosotros gozásemos de la libertad que ustedes disfrutan aquí, nos quedaríamos boquiabiertos.»

Juan Benet escribió en respuesta a estos comentarios:

«Creo firmemente que mientras exista gente como Solzhenitsin deberán existir los campos de concentración. Incluso deberían estar mejor vigilados para que personas como él no puedan salir» (Cuadernos para el diálogo, 27 de marzo de 1976)

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