Aparentemente Francisco contradice a los que critican la influencia de los valores cristianos en la política.









A Antonio Spadaro - Marcelo Figueroa y a José Ignacio Calleja, por ejemplo, sobre la laicidad de los estados. Aunque seguramente no ha sido la intención del Papa, pero pensamos que pone de relieve algunas contradicciones.

Francisco ha publicado un mensaje para la jornada mundial del migrante y del refugiado, hemos entresacado algunos párrafos que no desvirtúa el mensaje general;

"Queridos hermanos y hermanas:

«El emigrante que reside entre vosotros será para vosotros como el indígena: lo amarás como a ti mismo, porque emigrantes fuisteis en Egipto. Yo soy el Señor vuestro Dios» (Lv 19,34)".

"Es una gran responsabilidad que la Iglesia quiere compartir con todos los creyentes y con todos los hombres y mujeres de buena voluntad, que están llamados a responder con generosidad, diligencia, sabiduría y amplitud de miras —cada uno según sus posibilidades— a los numerosos desafíos planteados por las migraciones contemporáneas".

"Considerando el escenario actual, acoger significa, ante todo, ampliar las posibilidades para que los emigrantes y refugiados puedan entrar de modo seguro y legal en los países de destino. En ese sentido, sería deseable un compromiso concreto para incrementar y simplificar la concesión de visados por motivos humanitarios y por reunificación familiar. Al mismo tiempo, espero que un mayor número de países adopten programas de patrocinio privado y comunitario, y abran corredores humanitarios para los refugiados más vulnerables. Sería conveniente, además, prever visados temporales especiales para las personas que huyen de los conflictos hacia los países vecinos. Las expulsiones colectivas y arbitrarias de emigrantes y refugiados no son una solución idónea, sobre todo cuando se realizan hacia países que no pueden garantizar el respeto a la dignidad ni a los derechos fundamentales.[3] Vuelvo a subrayar la importancia de ofrecer a los emigrantes y refugiados un alojamiento adecuado y decoroso".

"El principio de la centralidad de la persona humana, expresado con firmeza por mi amado predecesor Benedicto XVI,[5] nos obliga a anteponer siempre la seguridad personal a la nacional".

"De acuerdo con el derecho universal a una nacionalidad, todos los niños y niñas la han de tener reconocida y certificada adecuadamente desde el momento del nacimiento. La apatridia en la que se encuentran a veces los emigrantes y refugiados puede evitarse fácilmente por medio de «leyes relativas a la nacionalidad conformes con los principios fundamentales del derecho internacional».[11] El estatus migratorio no debería limitar el acceso a la asistencia sanitaria nacional ni a los sistemas de pensiones, como tampoco a la transferencia de sus contribuciones en el caso de repatriación.
Promover quiere decir esencialmente trabajar con el fin de que a todos los emigrantes y refugiados, así como a las comunidades que los acogen, se les dé la posibilidad de realizarse como personas en todas las dimensiones que componen la humanidad querida por el Creador".[12]

"Respecto a emigrantes, solicitantes de asilo y refugiados con discapacidad hay que asegurarles mayores atenciones y ayudas".

"La integración no es «una asimilación, que induce a suprimir o a olvidar la propia identidad cultural. El contacto con el otro lleva, más bien, a descubrir su “secreto”, a abrirse a él para aceptar sus aspectos válidos y contribuir así a un conocimiento mayor de cada uno".

"De acuerdo con su tradición pastoral, la Iglesia está dispuesta a comprometerse en primera persona para que se lleven a cabo todas las iniciativas que se han propuesto más arriba. Sin embargo, para obtener los resultados esperados es imprescindible la contribución de la comunidad política y de la sociedad civil —cada una según sus propias responsabilidades—".

"Hoy, 15 de agosto, celebramos la solemnidad de la Asunción de la Bienaventurada Virgen María al Cielo. La Madre de Dios experimentó en sí la dureza del exilio (cf. Mt 2,13-15), acompañó amorosamente al Hijo en su camino hasta el Calvario y ahora comparte eternamente su gloria. A su materna intercesión confiamos las esperanzas de todos los emigrantes y refugiados del mundo y los anhelos de las comunidades que los acogen, para que, de acuerdo con el supremo mandamiento divino, aprendamos todos a amar al otro, al extranjero, como a nosotros mismos".


Discrepamos de algunas parte del mensaje, por ejemplo; "la centralidad de la persona humana... nos obliga a anteponer siempre la seguridad personal a la nacional". No sabemos si el párrafo de Benedicto XVI al que hace referencia quería expresar ese concepto, pero pensamos que si Jesús nos dijo que amemos al prójimo como a nosotros mismo significa que también debemos tener amor por nosotros, y no menor que el que tengamos por los demás. Las naciones las componen personas y no parece razonable exponerlas a algo que no queremos que les ocurra a otros pueblos. Y sobre la integración pensamos que los inmigrantes deben hacer un esfuerzo por integrarse a las costumbres del pueblo de acogida, sin perder su cultura y eso lo deseamos con los que llegan a Europa, ó con los europeos que van a vivir a otros continentes.

Puede haber algún cristiano que a su vez discrepe de nosotros, y argumente desde los valores cristianos, pero partiendo de que existen esos valores que orientan sobre lo que está bien y mal, y a eso nos referimos.

El Papa Francisco propone una larga serie de medidas que deberían tomar los políticos basándose en un mandamiento; "amar al otro, al extranjero, como a nosotros mismos".

Y esa pensamos ha sido en esencia la historia de la colaboración del cristianismo en la política, algunos valores cristianos que parten de mandamientos se intentan llevar a la sociedad porque creemos son buenos para todos. Lo que ha variado a través del tiempo es la forma de llevarlo a cabo dependiendo del tipo de sociedades, antes cuando había un rey que gobernaba, se intentaba influir a este y eso influía en las leyes y por ello aquellos reyes eran menos absolutos de lo que nos puede parecer ahora. Y ahora en sociedades llamadas democráticas donde existe relativismo, podemos intentar influir de otras formas pacíficas.

Decían Antonio Spadaro - Marcelo Figueroa en su artículo, "Ecumenismo de odio"; " Esta reunión sobre objetivos compartidos se produce en torno a temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la educación religiosa en las escuelas y otros asuntos generalmente considerados morales o ligados a los valores. Los integristas evangélicos y católicos condenan el ecumenismo tradicional y, sin embargo, promueven un ecumenismo de conflicto que los une en el sueño nostálgico de un estado teocrático".

Sin embargo no es cierto que se pretenda un estado teocrático, sino de intentar llevar a las leyes, usando medios legítimos, los valores cristianos en temas como el aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo, la educación religiosa en las escuelas y otros asuntos... ¿Lo que sirve para los inmigrantes y refugiados, no va servir para los no-nacidos, ó para la educación que reciben los escolares?.


Hablando de EE.UU., Martin Luther King también unió los valores de la religión con la política en su famoso discurso «Tengo un sueño»;

"Yo tengo un sueño de que un día esta nación se elevará y vivirá el verdadero significado de su credo: 'Creemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales".

"Dejen resonar la libertad desde cada colina y cada montaña de Mississippi, desde cada ladera, dejen resonar la libertad! Y cuando esto ocurra, cuando dejemos resonar la libertad, cuando la dejemos resonar desde cada pueblo y cada caserío, desde cada estado y cada ciudad, seremos capaces de apresurar la llegada de ese día en que todos los hijos de Dios, hombres negros y hombres blancos, judíos y cristianos, protestantes y católicos, serán capaces de unir sus manos y cantar las palabras de un viejo espiritual negro: '¡Por fin somos libres! ¡Por fin somos libres! Gracias a Dios todopoderoso, ¡por fin somos libres!'»".


La base de su defensa de la igualdad entre negros y blancos no era una ética, ni unas recomendaciones de las Naciones Unidas, por ejemplo, sino que Dios nos ha creado iguales en dignidad.






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