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La locomotora progresista.




Los progresistas se han convertido en la locomotora que arrastra y conduce la mayor parte de los principios que orientan a nuestra sociedad. Cuanto más cerca están los vagones de la cabecera del convoy, más cercanos son a las tesis que van proponiendo los socialistas, al cabo de un tiempo los vagones de cola más reacios en principio a seguir la ruta de este tren acaban por sobrepasar las estaciones por las que ya ha pasado la cabecera abriendo camino. Desgraciadamente. Un ejemplo de ello lo vemos estos días con la Píldora abortiva del post-fallo del preservativo, cuando Ruiz-Gallardón decidió dispensarla gratuitamente en el municipio de Madrid nos llevamos las manos a la cabeza y le colocamos entre los más "progresistas" del PP, ahora cuando el progresismo, que no descansará nunca, ha seguido avanzando proponiendo más liberalización de la PDD, Ruiz-Gallardón hasta parece que mantiene una postura equilibrada cuando se niega a que se vendan como caramelos para la garganta y piensa mantener la orientación facultativa.

Lo que ayer nos hubiera resultado intolerable, hoy nos parece lo mejor posible (o menos malo) ante la evolución de los acontecimientos, porque el progresismo no descansará, más si lo dirige alguien como Zapatero que ve en dar a la gente lo quiere el futuro de su formación (y el suyo propio), ¿quién necesita principios actuando así?. Quizás uno de los aspectos más descarnados de estas últimas propuestas socialistas sea que tanto la liberalización de la Píldora, como la ampliación del aborto se haga por motivos electorales; que haya niñas que puedan poner en riego su salud por los efectos secundarios de este fármaco y que aumente el número de niños asesinados con el aborto para que ¡un partido aumente sus expectativas de votos!.

Este fin de semana acusaba Zapatero al PP, que va recurrir ante el constitucional la ampliación del aborto, de querer imponer su moral al resto de la sociedad, ¿no nos esta imponiendo Zapatero la suya?, es la expresión de quien se siente conductor de una misión y cree que por sí misma no se puede cuestionar.

¿Qué hacer? Debemos intentar salir del proyecto que nos va marcando el progresismo, de su hoja de ruta, hoy comentaba en los medios Mayor Oreja que se comprometía a luchar para cambiar la tendencia de la perdida de valores de la sociedad desde Europa, al igual lo proponen grupos como los pro-vida que intentan desde la concienciación cambiar la tendencia actual hacia posiciones más respetuosas con la dignidad humana. Está bien, bienvenida sea toda actividad orientada hacia este fin.

Mayor Oreja puede tener buenas intenciones pero pertenece a un partido en el que su tendencia "cristiana ó humanismo cristiano" es minoritaria, y ya han repetido multitud de veces sus dirigentes que se oponen a la ampliación del aborto socialista pero piensan que la actual ley con los tres supuestos despenalizadores (incluido el riesgo para la salud mental de la madre) es "equilibrada", cuenta con el consenso social y van a dejarla como está. Como católicos y contrarios al aborto la actual ley es "inaceptable". Primero por un principio: nunca se puede legitimar la muerte de un inocente. Y segundo por lo que supone cuantitativamente: más de cien mil niños asesinados al año y la cifra sigue aumentando.

A parte de la concienciación de lo que suponen los ataques a la vida, se puede hacer algo más; votar en consecuencia, las armas que posee la sociedad frente a las grandes corrientes ideológicas son el activismo y el voto. Es cierto que las organizaciones políticas que se oponen totalmente al aborto y proponen la derogación de la ley actual tienen poca representatividad y que hay personas que prefieren soluciones más amplias que abarquen a un aspecto más global, pero especialmente el tema del aborto es una cuestión tan sangrante que puede merecer centrar la atención en ello, al menos ocasionalmente, distrayéndola de otras cuestiones desde un punto de vista moral menos urgentes.

En la próxima cita electoral para el Parlamento Europeo elegimos diputados que se van a integrar en grupos más amplios formados por parlamentarios de varios países, los ventitantos parlamentarios elegidos del PP y del PSOE se integrarán en los grupos Popular y Socialista que contarán con más de doscientos miembros cada uno. Su influencia directa se diluirá y en España la pugna de los partidos es más una cuestión de medir resultados y propaganda de cara a las próximas citas electorales que pensando que estos resultados tengan una proyección directa. Por eso ésta puede ser una oportunidad para plantearse desviar el voto hacia organizaciones que aunque minoritarias defiendan principios innegociables como derogar totalmente el aborto. No es posible cambiar sólo con unos votos la tendencia de la sociedad, pero es muy buena forma de presionar a los partidos grandes y a los gobiernos y tener voces propias en los parlamentos en defensa de la vida, esto puede valer tanto a los contrarios al aborto de derechas como a los de izquierda.

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