Celebrar la reforma de Lutero



A veces parece que hay como un intento de demoler desde dentro la autoridad en nombre de las buenas intenciones. Que la unidad de los cristianos es un bien no se puede dudar, pero la cuestión es si se debe conseguir a cualquier precio, en este caso sin valorar las consecuencias que tuvo la Reforma y que de admitirla, las que puede traer más adelante. Porque si consideramos bueno lo que hizo Lutero, significa asumir que en un momento dado un católico rebelde desobedeció la autoridad y promovió una división con graves consecuencias, en nombre de lo que él creía líbremente que se debía hacer. Pero sería como dar carta de naturaleza a que otros hoy ó mañana promuevan también una rebelión y un cisma en nombre de lo que ellos crean, y esta personas piensen que ellos también pueden ser celebrados dentro de un tiempo. Porque Lutero podría haber sido crítico con la situación de la Iglesia en ese momento y quizás hubiera tenido razón, lo malo es que promovió un cisma que quinientos años después aún perdura y cuestionó verdades de Fe. No se trató de un intento de crítica constructiva de unos hechos concretos sino de romper con el orden de la autoridad y de la doctrina, y quizás la cuestión sea que se considere malo que haya un magisterio que orienta y no se pueda cambiar, en lugar de que el hombre crea el magisterio un poco a su medida. Hoy se rechaza a quienes plantean dudas en nombre de la doctrina sobre algunas reformas del Papa, y que al mismo tiempo se celebre a quien planteo que no debe existir la misma figura de un Papa no parece que tenga sentido.

Pero como decimos, lo malo son las consecuencias caóticas que esto puede traer, y una muestra es la enorme división entre grupos protestantes.





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