No y sí.


¿Está en la lógica del Evangelio que alguién sea condenado para siempre?.

En nuestra opinión (discutible) no está y sí está, depende de la voluntad de la persona. Pensamos que la lógica del Evangelio es no condenar a alguien para siempre por un acto cometido como si se convirtiera en un estigma, cualquier acto se puede perdonar como al buen ladrón, sólo con la condición de que haya arrepentimiento y propósito sincero de enmienda en ese momento, aunque como somos frágiles se vuelva a caer más adelante.

Monseñor Santiago Agrelo ha escrito estos día sobre los cuatro cardenales que presentaron unas dudas sobre "Amoris Laetitia", proponemos cambiar sus afirmaciones aplicadas a otro tema;

Habían dicho los cuatro cardenales;

"no sólo el acceso a la Santa Eucaristía de quienes objetiva y públicamente viven en una situación de pecado grave y quieren permanecer en ella, sino también una concepción de la conciencia moral contraria a la Tradición de la Iglesia.".


(En nuestra comparación imaginaria apliquémoslo por ejemplo a los corruptos, porque las normas deben servir para todos)


Contestaba monseñor Agrelo;

1. Ni siquiera de mí mismo sería capaz de establecer con certeza si estoy apartado de Dios o estoy en su gracia. Me toca pedir humildemente que el Señor me tenga siempre de su mano si quiero permanecer en su gracia.

(Imaginemos una persona corrupta que es creyente y tiene estas dudas)

2. Si de mí no puedo decirlo, afirmarlo de otro cualquiera, sea cual fuere su supuesta situación objetiva, sería una presunción fuera de lugar.

3. No sólo: Sería también negación pura y simple del mandado del Señor: "No juzguéis".

4. Y esa negación añadiría a la primera presunción una nueva y aberrante: la de que yo soy más que el Señor para conocer, para juzgar y para condenar.

5. No sé si ese conocimiento y ese juicio y esa condena son o no parte de la Tradición de la Iglesia; sé que son sencillamente contrarios al evangelio del Señor.


(Entonces no podemos juzgar la situación de nadie, incluso si sospechemos ó tenemos pruebas de que es un corrupto)


(Continua monseñor Agrelo);

Y ahora voy a imaginar por un momento que las palabras de los señores cardenales son mías; y entonces para mí mismo, sólo para mí mismo, formularé unos «dubia» que el discernimiento habrá de iluminar:

1. Eso que tú llamas situación objetiva y pública de pecado grave
(por ejemplo la corrupción), ¿excluye que alguien la pueda estar viviendo personalmente en gracia?

2. ¿Eres tú el dueño de la gracia o es el Señor?

3. ¿Es tu conciencia la que determina el estado de los demás, o es en la conciencia propia donde cada uno se encuentra con el amor de su Dios?

4. ¿Quién eres tú, hermano Santiago, para decir de nadie: "que vive en situación de pecado grave", y "que quiere permanecer en ella". Le deberás al menos la atención del discernimiento, y habrás de hacerlo desde la realidad de su vida, no desde la mera objetividad de tus principios.

5. ¿Eres acaso más que Dios? ¿Necesita Dios tu permiso para amar, para sanar, para justificar, para santificar?

6. Mucho me temo, hermano Santiago, que has entrado en un camino de perdición, pues el juicio con que juzgas, será el mismo con el que vas a ser juzgado.













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