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Contestando a:
JOSÉ BONO, « Aborto: ni derecho ni obligación»

http://www.elpais.com/articulo/opinion/Aborto/derecho/obligacion/elpepiopi/20091126elpepiopi_4/Tes/



- ¿Evita la ley males mayores cuando regula el aborto?

El aborto clandestino es un caso similar al que se da en otras situaciones fuera de la ley, casos en los que se debe tener en cuenta la situación difícil de la persona pero que no se pueden legalizar y menos convertirlo en un derecho, porque ocurriría que el mal cambia de forma para conviertirse en un mal diferente pero mucho mayor. Al regular el aborto lo primero que se hace es convertir en legal un crimen (con atenuantes para la mujer), lo que es una aberración desde el punto de vista jurídico y moral e incluso hacemos que la administración del estado colabora en él aportando medios sanitarios.

Y lo segundo es lo que supone de aceptación de normalidad entre la gente, entonces se disparan el número de abortos; la asociación inconsciente de que lo que es legal, es bueno. Desde que se despenalizó el aborto se ha multiplicado por 7 u 8 en España, de 17.000 en 1987 hemos pasado a 120.000. En 2008; 7.764 mujeres abortaron por tercera vez, 2.377 por cuarta, 863 por quinta ...

Regular el aborto convierte a la sociedad en cómplice de un crimen y dispara el número de abortos, frente al mal que suponían los abortos clandestinos. Un situación excepcional en el pasado se ha convertido hoy en un medio anticonceptivo más. ¿Cuantos de nosotros no hubiéramos nacido si nuestras madres no hubieran tenido el límite de la ilegalidad del aborto? ¿nos habrían cambiado también por tener más tiempo de disfrutar la vida si sentirse atados, como ahora hacen muchos padres?

- Difícilmente la nueva ley puede reducir el número de abortos si lo que pretende es ampliar las facilidades de su práctica como la gratuidad en los centros púbicos, que las menores puedan abortar sin el permiso paterno y extender la mentalidad de que ya no se trata de un delito (algo con una connotación negativa) despenalizado, sino que hasta las catorce semanas prevalece la decisión (semejante a una reivindicación) de la mujer.

Con la ley actual el 90% de los abortos se realizan durante las primeras 14 semanas, el plazo de liberalización de la reforma pero sin los trámites de los certificados médicos previos. El supuesto de riesgo para la madre se extenderá hasta las 22 semanas y nada hace pensar que no se vayan a seguir produciendo los mismos fraudes de ley que se han cometido hasta ahora, y de más de 21 semanas son menos del 2% de los abortos totales. (Datos del Ministerio de Sanidad y Política Social)

Difícilmente votando a favor de la nueva ley "un parlamentario... pueda lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley (aborto) y disminuir así los efectos negativos..." como dice la "Encíclica Evangelium Vitae, n. 73". (*)

- Los religiosos españoles no aceptaron mansamente la aplicación de la ley de aborto aprobada en 1985. No dejaron de emitir documentos condenatorios durante aquellos años:

http://www.conferenciaepiscopal.es/ceas/familia/DocumentosVida.html

- La política debe tener en cuenta la realidad concreta en la que los principios han de aplicarse, pero no puede ignorarlos o tergiversarlos. Si los que creen en determinados principios no los llevan a la política, éstos no estarán presentes en las leyes nuevas que se promulguen, sin embargo si estarán presentes otras ideas. El aborto lo han llevado a la política y a las leyes los que no creían en principios cristianos.

- Es contradictorio que un político que quiere inspirar su vida en el Evangelio de Jesús, anime a la mujer, diciéndole; ya no es un delito el aborto y eres libre de decidir. ¿No es posible que cuando muchas mujeres hayan pensado en abortar y veían que era un delito, algo las intimidara o las retuviera en su conciencia pensando que lo que se proponía hacer en el fondo no estaba bien, salvando la vida de muchos niños?

- La Iglesia ofrece "la mano acogedora del perdón o de la penitencia purificadora", pero después de condenar el aborto y de proclamar el derecho a la vida del no-nacido, algo que es "es un bien jurídico constitucionalmente protegido". La nueva ley no tiene comprensión ni misericordia con el no-nacido hasta la 14ª semana del embarazo, ni hasta la semana 22 si entra en conflicto con la salud de la madre o tiene taras síquicas o físicas. Para la nueva ley hasta esas semanas los seres humanos dejar de ser todos iguales, se dividen en mujeres gestantes con derechos y nasciturus sin ningún derecho.

La Iglesia cumple con su papel de denunciar los ataques a la dignidad de toda persona cualquiera que sea su condición, quién no cumple con su misión es el poder público al desproteger a unas personas del uso que de ellos quieran hacer otros ciudadanos. La Iglesia católica "exigen al Estado que actúe con mano justiciera" NO para perjudicar a la mujer sino para PROTEGER al niño.



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Contestando a:
Jorge FERNÁNDEZ DÍAZ,
«Cuestión de conciencia»


http://www.larazon.es/noticia/cuestion-de-conciencia




- Como los todos políticos del Partido Popular cuando les preguntan sobre el aborto repite; "lo que hay que hacer es cumplir y hacer cumplir la ley evitando, en consecuencia, ese masivo fraude de ley en el que se está aplicando ese «tercer supuesto» que nos ha llevado, de hecho, a una situación de práctico aborto libre en estos momentos". La pregunta del millón es ¿porqué no se cumplió la ley cuando gobernaron y sobre todo, porqué no se cumple ahora en las comunidades dónde gobiernan y tienen transferidas las competencias de sanidad?

¿En que situación se encontraría ahora el aborto en España si Aznar hubiera seguido otra política?

Aunque se cumpliese la ley actual al pie de la letra, no elimina el supuesto de riesgo físico o sicológico, cumpliéndose, se eliminarían abusos como los de los certificados médicos falsos, pero no se elimina que a juicio de un sicólogo una mujer pueda abortar porque el embarazo le ocasiona algún tipo de trastorno sicológico, lo que interpretado de forma amplia también puede ser un coladero.

Cumpliendo la ley actual el pasado año se provocaron 3.315 abortos por malformación del feto, minusvalías como el síndrome down.




(*) Encíclica Evangelium Vitae, n. 73. Así pues, el aborto y la eutanasia son crímenes que ninguna ley humana puede pretender legitimar. Leyes de este tipo no sólo no crean ninguna obligación de conciencia, sino que, por el contrario, establecen una grave y precisa obligación de oponerse a ellas mediante la objeción de conciencia. Desde los orígenes de la Iglesia, la predicación apostólica inculcó a los cristianos el deber de obedecer a las autoridades públicas legítimamente constituidas (cf. Rm 13, 1-7, 1 P 2, 13-14), pero al mismo tiempo enseñó firmemente que « hay que obedecer a Dios antes que a los hombres » (Hch 5, 29). Ya en el Antiguo Testamento, precisamente en relación a las amenazas contra la vida, encontramos un ejemplo significativo de resistencia a la orden injusta de la autoridad. Las comadronas de los hebreos se opusieron al faraón, que había ordenado matar a todo recién nacido varón. Ellas « no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaban con vida a los niños » (Ex 1, 17). Pero es necesario señalar el motivo profundo de su comportamiento: « Las parteras temían a Dios » (ivi). Es precisamente de la obediencia a Dios —a quien sólo se debe aquel temor que es reconocimiento de su absoluta soberanía— de donde nacen la fuerza y el valor para resistir a las leyes injustas de los hombres. Es la fuerza y el valor de quien está dispuesto incluso a ir a prisión o a morir a espada, en la certeza de que « aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos » (Ap 13, 10).

En el caso pues de una ley intrínsecamente injusta, como es la que admite el aborto o la eutanasia, nunca es lícito someterse a ella, « ni participar en una campaña de opinión a favor de una ley semejante, ni darle el sufragio del propio voto ».98

Un problema concreto de conciencia podría darse en los casos en que un voto parlamentario resultase determinante para favorecer una ley más restrictiva, es decir, dirigida a restringir el número de abortos autorizados, como alternativa a otra ley más permisiva ya en vigor o en fase de votación. No son raros semejantes casos. En efecto, se constata el dato de que mientras en algunas partes del mundo continúan las campañas para la introducción de leyes a favor del aborto, apoyadas no pocas veces por poderosos organismos internacionales, en otras Naciones —particularmente aquéllas que han tenido ya la experiencia amarga de tales legislaciones permisivas— van apareciendo señales de revisión. En el caso expuesto, cuando no sea posible evitar o abrogar completamente una ley abortista, un parlamentario, cuya absoluta oposición personal al aborto sea clara y notoria a todos, puede lícitamente ofrecer su apoyo a propuestas encaminadas a limitar los daños de esa ley y disminuir así los efectos negativos en el ámbito de la cultura y de la moralidad pública. En efecto, obrando de este modo no se presta una colaboración ilícita a una ley injusta; antes bien se realiza un intento legítimo y obligado de limitar sus aspectos inicuos.

74. La introducción de legislaciones injustas pone con frecuencia a los hombres moralmente rectos ante difíciles problemas de conciencia en materia de colaboración, debido a la obligatoria afirmación del propio derecho a no ser forzados a participar en acciones moralmente malas. A veces las opciones que se imponen son dolorosas y pueden exigir el sacrificio de posiciones profesionales consolidadas o la renuncia a perspectivas legítimas de avance en la carrera. En otros casos, puede suceder que el cumplimiento de algunas acciones en sí mismas indiferentes, o incluso positivas, previstas en el articulado de legislaciones globalmente injustas, permita la salvaguarda de vidas humanas amenazadas. Por otra parte, sin embargo, se puede temer justamente que la disponibilidad a cumplir tales acciones no sólo conlleve escándalo y favorezca el debilitamiento de la necesaria oposición a los atentados contra la vida, sino que lleve insensiblemente a ir cediendo cada vez más a una lógica permisiva..../...

http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/encyclicals/documents/hf_jp-ii_enc_25031995_evangelium-vitae_sp.html

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