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EL 95% DE LOS CASOS DETECTADOS EN EL EMBARAZO ACABA EN ABORTO
Síndrome de Down,
la marca del exterminio





Irene es, según sus padres, “la pieza que le faltaba al puzzle de la vida para que todo encajara”. Es una niña con síndrome de Down (alteración cromosómica que se da en uno de cada 700 embarazos aproximadamente) que llegó a la familia Alonso después de que sus padres biológicos la dieran en adopción al conocer su diferencia.

“Cuidar de un hijo y sacarlo adelante con las complicaciones que pueda tener es lo que más satisfacción da”, asegura a ALBA Álvaro Alonso, padre de Irene, que considera que “la sociedad está renunciando a lo mejor que tiene la vida, a entregar tu tiempo a las personas queridas”.

José María y Ana Peña son padres de cinco hijos. El cuarto, José María, nació con síndrome de Down. Su caso, al igual que el de Irene, fue detectado en el nacimiento, pero por motivos muy distintos. Los padres de José María tenían claro que nunca iban a abortar, viniera como viniera su hijo, así que no necesitaron hacerse la prueba. El caso de Irene es uno de esos en los que, o bien no se pudieron realizar las pruebas, o bien fallaron.

Mentalidad eugenésica

“Hoy nacen niños con Down por dos motivos: porque las madres no se han hecho las pruebas (por voluntad propia o por ser embarazos sin seguimiento) o porque en las pruebas no se ha detectado; de los demás, el 95% de los detectados acaba en aborto”, confirma a ALBA Esteban Rodríguez, portavoz de Ginecólogos por el Derecho a Vivir (DAV), que denuncia “el exterminio de las personas con Down o con otras alteraciones cromosómicas”.

Para encontrar las causas de este genocidio silencioso hay que prestar atención a dos hechos principales. Primero los avances médicos que, aunque han mejorado e incluso salvado la vida de muchos no nacidos,también han permitido conocer el nivel de ‘perfección’ física del feto hasta límites antes inimaginables. Segundo, una sociedad cada vez más ideologizada a la que no es ajena la clase médica,”inmersa en la mentalidad eugenésica que equipara moralmente la decisión de seguir adelante con un embarazo a la de no seguir si el niño tiene un problema”, dice Rodríguez. ¿El resultado? “El diagnóstico prenatal se concibe como un instrumento para decidir si un niño enfermo debe o no debe nacer”, denuncia el portavoz de Ginecólogos DAV.

En España, además, a esta peligrosa concepción del diagnóstico prenatal se une una ley que permite acabar con la vida del feto si está enfermo (art. 417 bis del Código Penal que autoriza el aborto cuando “se presuma que el feto habrá de nacer con graves taras físicas o psíquicas”).

Las mujeres que, ante una alteración cromosómica optan por el aborto, esgrimen con frecuencia el siguiente argumento: “No puedo tener un hijo que va a sufrir y que no va a ser feliz…”.

A juicio de Alonso, “las personas con síndrome de Down, como cualquier otra persona, son felices a veces y a veces no. Evidentemente tienen más dificultades y épocas complicadas en su vida, pero hay épocas complicadas en todas las vidas. Ni son niños eternamente felices, ni son infelices toda su vida”. “Por esta regla de tres -continúa Álvaro- solo deberían nacer las personas de clase media alta con un trabajo asegurado y que además tengan confirmado que no van a estar enfermos nunca. Me parece un argumento absolutamente peregrino, y además no creo que sea sincero: creo que es más una frase hecha que nos permite proyectar nuestro egoísmo”.

“Ahora estáis solos”

Tópicos egoístas que, sin embargo, están poniendo en peligro de extinción a los niños con síndrome de Down. “La sociedad no te ayuda. La salida que te dan es abortar, y si no lo haces, la mentalidad de las instituciones es:’ahora, te quedas sola, porque no has querido abortar’”, denuncia el matrimonio Peña. “A nosotros, una trabajadora social nos dijo “ahora estáis solos” porque no quisimos llevar a José María a un colegio público sino al de sus hermanos, Veracruz, porque las monjas lo aceptaron sin ningún problema. Y como lo llevamos a un colegio privado, no nos dijo que podíamos pedir una beca de ayuda para los estudios”.

La persecución contra estos niños comienza en el primer trimestre del embarazo (10-14 semanas). “En la primera prueba de cribrado se determina el riesgo del feto de tener una cromosomopatía; a los que tienen riesgo alto se les ofrece la amniocentesis, que tiene riesgo de aborto”, explica Rodríguez, que lamenta que no se informe a la mujer de que estas pruebas son voluntarias.
Aunque el problema no está solo en la clase médica, también en unas leyes que condenan a los profesionales médicos por no detectar malformaciones o enfermedades en el plazo legal para abortar.

Y es que ese es, al fin y al cabo, el principio rector de este rosario de pruebas prenatales. “En la semana 20 de embarazo se hace una ecografía en alta resolución; se hace precisamente esa semana, y no la 24 o la 30, no porque los resultados vayan a ser más claros o concluyentes sino para que, en función del resultado, la mujer esté a tiempo de abortar“, aclaran desde Ginecólogos DAV. “Al final, estos cribados han conseguido que no nazcan niños con síndrome de Down ni con discapacidades”, señala Rodríguez, que alerta de que en Reino Unido “ya se están abortando niños por labio leporino y por pies zambos”.

27/11/2009 | Rosa Cuervas-Mons
albadigital.es

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