LOS CATÓLICOS CUBANOS Y EL CARDENAL MINDSZENTY

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Admirable ejemplo
de resistencia anticomunista, para los católicos cubanos de la isla y del destierro que no aceptan la más mínima colaboración con la tiranía.


Hace 50 años, el 8 de febrero de 1949, el régimen comunista de Hungría condenaba a cadena perpetua al Cardenal Josef Mindszenty, arzobispo de Esztergom y primado de Hungría, acusado de "alta traición, espionaje, amenaza a la seguridad del Estado y tráfico de divisas". Los comunistas intentaban así aniquilar y enterrar definitivamente la figura de un Purpurado que se caracterizó, durante toda su vida, por una firme denuncia del marxismo y por rechazar cualquier forma de acuerdo o entendimiento con el régimen revolucionario.

Sin embargo, los comunistas se equivocaron en sus cálculos y se produjo el efecto inverso. La heroica resistencia del Cardenal Mindszenty hizo que su estatura moral fuese creciendo con la adversidad y con las torturas sistemáticas de que era objeto, hasta transformarse en un símbolo de los católicos anticomunistas no sólo de Hungría sino del mundo entero. Fue él un auténtico Pastor dispuesto a dar la vida por sus ovejas.

El 8 de febrero de 1999, al cumplirse exactamente el 50º. aniversario de la injusta condena a cadena perpetua del eminente Purpurado, S.S. Juan Pablo II recibía las cartas credenciales del nuevo Embajador húngaro ante la Santa Sede y afirmaba:

"Recuerdo con emoción la figura del Cardenal Josef Mindszenty, que sigue siendo para todos vuestros compatriotas un defensor de la fe y de la libertad del pueblo. Conocemos muy bien los méritos de este óptimo Pastor; conocemos su tenacidad y la pureza de su fe; conocemos su fe apostólica para tutelar la integridad de la doctrina cristiana y en la reivindicación de los sagrados derechos de la Religión"

Joseph Mindszenty nació el 29 de marzo de 1892 en el seno de una familia campesina de Mindszent, un pueblo cerca de la frontera con Austria. Fue ordenado sacerdote el 12 de junio de 1915, Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús, destacándose por una intensa actividad pastoral, y escribiendo artículos para los diarios. Rebeldes comunistas lo encarcelaron por dos meses en la primavera de 1919. En marzo de 1944 fue nombrado obispo de Veszprém, siendo aprisionado por los nazis desde noviembre de ese año hasta abril de 1945. El 2 de octubre de 1945, Pío XII lo nombra arzobispo de Esztergom, sede Primada de Hungría, y el 18 de febrero de 1946 lo hace Cardenal. Al entregarle el capelo cardenalicio, el Papa le dice en tono profético: entre los Purpurados presentes "tú serás el primero a sufrir el martirio, simbolizado por este color púrpura"...

Dos años más tarde, en 1948, comenzará el largo via crucis del Purpurado. En este año los comunistas expropian las escuelas, inclusive las católicas. La firme y pública oposición del Cardenal Mindszenty a dichas medidas lo convierte en un blanco prioritario del régimen, que intentará de todos los modos posibles quebrar, destruir y relegar al olvido la figura del eminente Purpurado que ha conseguido catalizar en torno de sí las reacciones anticomunistas del pueblo magiar.

En la Navidad de 1948, el Cardenal es arrestado y sometido a 33 días de torturas, humillaciones e interrogatorios interminables, tras los cuales anuncia a sus carceleros que firmará una "confesión completa" de sus supuestos crímenes, por ellos exigida para cesar las torturas. Pero junto a su firma ha añadido las iniciales "c.f.", en latín "coactus feci", que significa: hecho bajo coacción. Él ya había tomado la precaución de advertir a sus hermanos en el Episcopado en carta escrita el 20 de diciembre, seis días antes de su detención, que consideraran nula o inválida cualquier declaración suya en caso que fuese encarcelado.

El 8 de febrero de 1949, tras un proceso-farsa que duró sólo tres días, el Cardenal es condenado a cadena perpetua por "alta traición, espionaje, amenaza a la seguridad del Estado y tráfico de divisas".

El Cardenal Mindszenty permanece preso durante ocho años, hasta el levantamiento del pueblo húngaro contra la ocupación soviética, en octubre de 1956. Pero su libertad dura sólo cuatro días, pues el 4 de noviembre dicho levantamiento es aplastado por tanques soviéticos.

El Cardenal se ve forzado a pedir asilo político en la embajada de los Estados Unidos en Budapest. Comienza así un largo cautiverio de 15 años dentro de la propia representación diplomática durante el cual los norteamericanos le prohibieron el contacto con cualquier persona, hasta con los propios funcionarios.

Sin embargo, la figura del Purpurado continúa creciendo con la adversidad. A ese respecto, comenta el eminente pensador católico Prof. Plinio Corrêa de Oliveira en uno de sus artículos sobre el Cardenal húngaro, titulado "La gloria, la alegría, la honra":

"Como columna solitaria en medio de las ruinas de su Patria, Mons. Mindszenty permanecía de pie dando continuidad, con su conducta, a las grandezas religiosas y nacionales del reino de San Esteban y preparando con su ejemplo la resurrección de su pueblo. Al menos consolaba al Cardenal el apoyo valiente, firme, continuo, de Pío XII. Sin duda, él tampoco desconocía que era blanco de la admiración conmovida de la Cristiandad. Y, con tan firmes cimientos, esa columna altanera iba enfrentando ilesa, a lo largo de los años, las borrascas y los soles".

Fallecido Pío XII, añade el mencionado autor, "en vastos sectores católicos la tendencia a la colaboración con el comunismo fue haciendo menguar la admiración hacia el gran Cardenal". En ese contexto, Paulo VI le pide que renuncie a su aislamiento en medio de las ruinas de Hungría, y acepte el exilio. El gran Cardenal obedece, partiendo al destierro el 28 de septiembre de 1971. Abandonar para siempre su patria y su arquidiócesis fue el hecho "que le provocó el dolor más grande de su vida", afirma la agencia romana Zenit en reciente cable desde Budapest, rememorando esos hechos históricos.

Pablo VI le da como residencia una torre austera y solitaria en los Jardines del Vaticano. Después de una breve estadía en Roma, Mons. Mindszenty parte a Viena desde donde proyectará sobre la patria cercana su influencia bienhechora.

En sus "Memorias", el Cardenal narra los objetivos pastorales por él trazados para sus actividades en Viena: "Pastorear centenas de millares de húngaros en el exilio; advertir a la opinión pública mundial sobre los peligros del bolchevismo, con la publicación de mis memorias; y, siempre que me sea posible, interesarme por la trágica suerte de la nación húngara".

"Comienza entonces la persecución", analiza Plinio Corrêa de Oliveira en otro artículo sobre la figura del Cardenal Mindszenty, titulado "Como quiere Budapest", donde enumera varios hechos en ese sentido, tomados de las propias "Memorias" del Cardenal. Pero lo peor estaba para suceder, añade: "Algún tiempo después, Paulo VI escribió al Cardenal Mindszenty pidiéndole que renunciase a la archidiócesis de Esztergom". Un trago particularmente amargo.

El Cardenal Mindszenty falleció a los 83 años, el 6 de mayo de 1975, y la Iglesia ha abierto su proceso de beatificación. Los amantes de la libertad de Cuba tienen en él un seguro intercesor y un admirable ejemplo de santa intransigencia anticomunista.

Referencias:

- Plinio Corrêa de Oliveira, "La gloria, la alegría, la honra...", Folha de S. Paulo, Febr. 10, 1974.

- Plinio Corrêa de Oliveira, "Como quiere Budapest", Folha de S. Paulo, Oct. 20, 1974.

- AA.VV., "Juan Pablo II rinde honor al Cardenal Mindszenty- Hungría recuerda los cincuenta años de la detención del líder religioso", agencia Zenit, Budapest, Febr. 9, 1999.

- Cardinal Mindszenty Foundation http://www.mindszenty.org/ Febr., 1999.


Fuente: cubdest.org


EL PRISIONERO. (1955) La película se basa en la vida real del cardenal húngaro Mindszenty, que tras sufrir la persecución nazi fue encarcelado por el nuevo régimen comunista, por permanecer fiel a sus convicciones religiosas. Alec Guinness, desempeña el papel de un cardenal sin nombre en un indeterminado país de Europa oriental, es un hombre de férrea voluntad pero no lo es menos su interrogador (Jack Hawkins), un hombre diabólicamente inteligente que acaba recurriendo a pruebas falsas, trucos sucios y crueldad. A medida que aumenta la violencia de los interrogatorios, los carceleros llegan a utilizar la herramienta más inmoral de todas; la tortura. El aislamiento, hacer perder el sentido del tiempo...hasta que encuentren su punto débil. EL PRISIONERO muestra en toda su crudeza la corrupción, el poder y la fe. La cinta obtuvo mejores resultados en América, donde existía mayor conciencia anti-comunista.



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