¿Promueve la Iglesia el sida recomendando no usar el preservativo?





Declaraciones del Papa a los periodistas presentes en el vuelo a Camerún

P. Lombardi: Y ahora, damos de nuevo la palabra a una voz francesa: es nuestro colega Philippe Visseyrias de France 2:

Pregunta: Santidad, entre los muchos males que afligen a África, está en particular el de la difusión del Sida. La postura de la Iglesia católica sobre el modo de luchar contra él es considerada a menudo no realista ni eficaz. ¿Usted afrontará este tema, durante el viaje? Querido Santo Padre, ¿le sería posible responder en francés a esta pregunta?

PAPA: Yo diría lo contrario: pienso que la realidad más eficiente, más presente en el frente de la lucha contra el Sida es precisamente la Iglesia católica, con sus movimientos, con sus diversas realidades. Pienso en la comunidad de San Egidio que hace tanto, visible e invisiblemente, en la lucha contra el Sida, en los Camilos, en todas las monjas que están a disposición de los enfermos...

Diría que no se puede superar el problema del Sida sólo con eslóganes publicitarios. Si no está el alma, si no se ayuda a los africanos, no se puede solucionar este flagelo sólo distribuyendo profilácticos: al contrario, existe el riesgo de aumentar el problema. La solución puede encontrarse sólo en un doble empeño: el primero, una humanización de la sexualidad, es decir, una renovación espiritual y humano que traiga consigo una nueva forma de comportarse uno con el otro, y segundo, una verdadera amistad también y sobre todo hacia las personas que sufren, la disponibilidad incluso con sacrificios, con renuncias personales, a estar con los que sufren.

Y estos son factores que ayudan y que traen progresos visibles. Por tanto, diría, esta doble fuerza nuestra de renovar al hombre interiormente, de dar fuerza espiritual y humana para un comportamiento justo hacia el propio cuerpo y hacia el prójimo, y esta capacidad de sufrir con los que sufren, de permanecer en los momentos de prueba. Me parece que ésta es la respuesta correcta, y que la Iglesia hace esto y ofrece así una contribución grandísima e importante. Agradecemos a todos los que lo hacen.


CIUDAD DEL VATICANO, miércoles 18 de marzo de 2009 (ZENIT.org)






Las campañas de promoción del uso del preservativo que hemos visto hasta ahora han demostrado provocar el efecto contrario del que se supone pretendían remediar, porque junto a la educación que reciben la mayoría de los jóvenes y la mentalidad del ambiente han promovido la vanalización de la sexualidad. El sexo no tiene límites, úsalo todo cuanto lo desees pero con la precaución de prevenir un contagio y ojo con los que sugieren que te limites, son unos represores, para demostrarlo están la escuela, la televisión, el cine...

Al repartir preservativos al mismo tiempo que promocionaban su uso profiláctico, promocionaban el tener relaciones, es algo semejante a quién recibe la muestra de un producto como publicidad, si lo reparten es para que se pruebe especialmente cuando se ha hecho entre chavales.

Ahí están los hechos, los gobiernos han promocionado los medios preventivos y anticonceptivos y ¿cual ha sido el resultado en cifras?: en España el disparo de los abortos no deseados entre las adolescentes y del número de mujeres que han abortado cinco y seis veces.

Al final la solución propuesta por la Iglesia para muchos desde su "particular" visión resulta la más sensata, porque en última instancia el aborto, el sida y demás enfermedades de transmisión sexual no son causadas por el no uso del preservativo sino por el sexo irresponsable y la promiscuidad. Al promocionar y repartir preservativos también se promociona la promiscuidad y desde un punto de vista práctico está resultando que el supuesto remedio ayuda a promover la enfermedad.

La solución ante una situación de riesgo no puede ser promocionarla indirectamente facilitando unos medios que producen una falsa seguridad, lo sensato ante una situación de riesgo es promover que las personas no se pongan en esa situación de riesgo, más cuando en zonas como África existen tantas dificultades materiales y culturales.

¿Porque no prueban los gobiernos a renovar en las sociedades la idea de una sexualidad más humana alejada de la única búsqueda del placer como nos pide el Papa?.

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