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Si la II República era un régimen
democrático ¿porqué incautó ABC y
los demás medios conservadores?.






EL GOBERNO DE LA REPÚBLICA SE INCAUTA DE ABC

Los acontecimientos inmediatamente posteriores al 18 de julio de 1936 -fecha clave en la Historia de España- no quedaron reflejados en las paginas de nuestro ABC, puesto que el día 20 el diario fue suspendido por orden gubernativa y requisado por un comité que se hizo cargo de su dirección. Vamos, pues, a sintetizar los sucesos de aquellas trascendentales jornadas a través de las informaciones aparecidas en ABC de Sevilla, de los recuerdos de los trabajadores que prestaban sus servicios en nuestra Casa de Madrid, y de la recopilación que publico la revista «Blanco y Negro» en 1966.

«Este número esta visado por la censura», anunciaba en su primera pagina de tipografía ABC el 19 de julio de 1936. El aviso, habitual ya en los últimos meses, revestía aquel día especial importancia. La tarde anterior, noticias de que el Ejército de Marruecos se había levantado en armas contra la República y el general Queipo de Llano había declarado el estado de guerra en Sevilla corrieron por Madrid como un reguero de pólvora. La primera información sobre el alzamiento militar llego a Serrano, 61, en la misma mañana del 18, sábado. Desde las muertes violentas del teniente Castillo y de don José Calvo Sotelo, el ambiente había intensificado su angustiosa densidad. Algo tenia que ocurrir. Aquella atmósfera cargada de electricidad exasperante necesitaba una descarga copiosa y definitiva. Por eso no sorprendió a nadie en la Redacción de ABC aquel breve telegrama que comunicaba el alzamiento de la guarnición de Melilla contra el Gobierno de Madrid, telegrama que no pudo publicarse.

También en "Prensa Española» se palpaba el mismo ambiente cargadísimo. En maquinas, en encuadernación, en otras dependencias de la Casa, las opiniones y los hombres acusaban la misma escisión que en la calle. Había gente moderada, centrista, extremista. Pero ABC salía todos los días, como siempre. Aquel 18 de julio, como siempre también, se cerró el numero y empezó a funcionar la rotativa. Pocas horas después, domingo 19, los vendedores ofrecerían el diario en las calles madrileñas. Nadie se imaginaba que sería el último ejemplar editado por «Prensa Española» durante la II República.

Los lectores de ABC se lanzaron con avidez sobre el periódico en busca de noticias. Al principio quedaron extrañados. Lo que tenían en sus temblorosas manos era el número dominical extraordinario, como habitualmente, con un gran despliegue de páginas en huecograbado y color, igual que en domingos anteriores. Había, cierto es, una explicación clarísima de tipo técnico, en la que no podía reparar el público lego en interioridades periodísticas: las páginas en color estaban preparadas con la anticipación normal «y no había habido tiempo de cambiarlas». Así, el número se iniciaba con temas de literatura, poesía, arte, reportajes intemporales, modas y el panorama gráfico de la semana. Pero, al llegar a las paginas de tipografía, la información recobraba su cadencia de actualidad.







SE PUBLICAN DECRETOS UN TANTO SOSPECHOSOS

Sobre el consabido recuadro anunciando que el periódico estaba visado por la censura, se publicaban las notas oficiales del Gobierno: «Se ha frustrado un nuevo intento criminal contra la República.» «El movimiento esta circunscrito a determinadas ciudades de la zona del Protectorado y nadie, absolutamente nadie, se ha sumado en la Península a tan absurdo intento.» «La tentativa está frustrada desde su nacimiento.» «El Gobierno domina la situación y afirma que no tardará muchas horas en dar cuenta al país de la total normalización»... Aún bajo el peso de la censura se daban, sin embargo, a la publicidad unos decretos un tanto sospechosos: anulación del estado de guerra en las provincias donde hubiese sido pronunciado y ceses de los generales Franco, Queipo y Cabanellas. (De modo que había provincias -en plural- en estado de guerra y varios generales de prestigio comprometidos a fondo.) Y como no se permitían mas informaciones concretas acerca de los inquietantes sucesos, seguían las notas de tipo general: más detenciones y multas por motivos políticos; suspensión de varios actos en honor de unos aviadores filipinos, y la reseña de una conferencia literaria de la tarde anterior, a cargo de Fernando José de Larra. Noticias todas al margen de la tormenta que amenazaba en torno y de los rugidos del volcán en erupción.

Lunes 20. Expectación. La ciudad bullía de confusionismo. Nada concreto se sabía acerca del levantamiento. Muy grave debía de andar la situación cuando se procuraba enmascararla, barruntábanse los madrileños... Aviones cruzaban el cielo. Estampidos lejanos. Explosiones que se aproximaban inexorablemente.

En la Casa de ABC había empezado a llegar el turno de la mañana. El ordenanza de la Dirección, Pedro Ruiz Gómez, al tomar su servicio, encontró agrupados en torno al aparato de radio de la Redacción al subdirector, Alfonso Rodríguez Santamaría, y varios redactores. El director, Luis de Galinsoga -director reciente-, no había llegado aún.



"SEÑORES, PARECE QUE ESTO SE HA ACABADO"

Unión Radio de Madrid transmitía las últimas noticias: habían sido sofocados a primera hora unos focos rebeldes en Carabanchel; el Cuartel de la Montaña, sublevado a su vez en favor del movimiento, había capitulado: el Gobierno de la República era dueño de la situación en toda España «y únicamente en algunos puntos aislados se registraba cierta resistencia que sería aplastada de un momento a otro». Seguían consignas gubernamentales. Y más noticias, grandes y pequeñas. Por ejemplo, esta: «El Gobierno ha decretado la incautación de los diarios "Ya", "El Debate", "El Siglo Futuro" y... ABC. Los cuatro periódicos "pasaban a ser propiedad del Estado".» Se miraron todos.

Alfonso Rodríguez Santamaría se puso en pie.

- Señores -dijo-, parece que esto se ha acabado. Márchense a sus casas y que sea lo que Dios quiera.

Nadie supo decir nada. Nadie contesto. Volvieron a mirarse todos. La tensión fue rota por una confusa algarabía que llegaba desde el vestíbulo.

- Ya están ahí -dijo alguien.

- Creo -repitió el subdirector- que deben ir saliendo ustedes.

En el pasillo les cachearon unos hombres.

Son las tres y media. Como todos los días, llega a "Prensa Española" don Rogelio González Ubeda, ingeniero jefe de los talleres. No hay gente extraña en el vestíbulo. Entra sin complicaciones. En su despacho estaba ya el director, Galinsoga.

-¿Que hacemos? -inquiere González Ubeda.

El director responde que el no sabe nada oficialmente. Toma el teléfono y llama a Gobernación:

-¿Que es eso de la incautación? -pregunta.

Del Ministerio Ie responden que no tenían tiempo de ocuparse de ello y que, por tanto, se considerasen suspendidos indefinidamente. Galinsoga manda detener el trabajo. Se paran las maquinas, se limpian los cilindros y se deja todo dispuesto para la conservación del material hasta el momento en que pueda volver a utilizarse. Empieza a marcharse el personal.

Cuando el ingeniero jefe de talleres sale de la Casa son las seis de la tarde. Al abandonar el edificio Ie cachean unos muchachos, aprendices de encuadernación. Se había cerrado bruscamente una etapa de ABC para sumirse en la larga noche de las incógnitas. Cuando los vendedores empezaron a recibir el periódico unos días mas tarde -el sábado 25- se había convertido en «ABC. Diario republicano de izquierdas». Director: Augusto Vivero. Presidente del Consejo de Administración: Julian Piedra López, ex minero de Almadén y, hasta el 19 de julio, ordenanza del periódico. Empezaba un tiempo en que la fatalidad se volvía mas ciega que nunca. La suerte de muchas personas estaba en las manos de un destino arbitrario que golpeaba aquí y allá implacablemente. Unos se salvaban, otros caían.

Han pasado casi cuarenta años. En la Redacción de ABC hay una placa con veintidós nombres, encabezados por el del antiguo subdirector, Alfonso Rodríguez Santamaría. En la sala de maquinas, otra placa con cuarenta y tres nombres. Este fue el balance de la fatalidad y la muerte en «Prensa Española».

Cuando el alzamiento se inicia, incautado el ABC de Madrid, el de Sevilla, en correlación da cuenta a los lectores de los acontecimientos que van a formar la nueva historia y el servicio de «Prensa Española» a España no se interrumpe.

Fuente: Coleccionable 70 años de ABC

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