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LAS RAZONES DE UN SUMARIO




Somos de esos españoles en cuyas familias hubo combatientes de ambos bandos o personas que fueron asesinadas en ambos bandos. Somos de esos españoles que, en tiempo presente, atendiendo al tiempo presente, a las categorías del tiempo presente, no podemos y no queremos condenar porque tendríamos que condenar a parte de nuestra familia. De esos españoles que aprendimos, desde niños, que España era una nación capaz de ser grande cuando sólo era una. Y que España entra en decadencia cuando se trata de enfrentar, dividir o disociar, como ahora pretende hacer, para mantenerse en el sillón de la Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero.

Nos concentramos hoy aquí, frente a la Audiencia Nacional, porque somos de esos españoles que no tienen ningún complejo; que no padecen ninguna tara sicológica; que no tienen que estar, permanentemente, volcando sus frustraciones contra sus padres; que no necesitan exhibir credencial alguna de legitimidad democrática queriendo figurar, aun cuando ni tan siquiera hubieran nacido, o fueran hijos de cargos del régimen, en las listas de los antifranquistas. Nosotros somos de esos españoles que hemos dejado el pasado en manos de la Historia, que hoy corresponde a los historiadores establecer las razones de lo que aconteció. Nosotros somos de esos españoles que Sí tenemos Memoria Histórica, pero que somos conscientes de que esa memoria, por su propia entidad, es particular; que puede coincidir con la de otros muchos millones de españoles, pero que, en ningún caso, se puede elevar a la categoría de colectiva.

Nosotros somos de esos españoles que no tratan de edificar, justificar u ocultar su actividad política volviendo su mirada hacia el ayer, como de hecho está haciendo la izquierda en general y José Luis Rodríguez Zapatero en particular. Somos de esos españoles que no creemos que sea positivo fundamentar los elementos identitarios políticos, como está haciendo la izquierda y José Luis Rodríguez Zapatero, en reavivar, despertar o crear bases para la disociación desde el sectarismo, el odio o el rencor. Nosotros somos de esos españoles que reivindicamos a todos, a todos, los españoles; que no tenemos ningún tipo de reserva a proclamar que todos los españoles, todos, por el simple hecho de serlo, tienen derecho a una sepultura digna en el suelo de nuestra Patria; cayeran donde cayeran; lucharan en donde lucharan; o fueran asesinados en donde fueran asesinados; incluyendo aquellos que reposan en lejanas y heladas tierras.

Somos de esos españoles que denunciamos la hipocresía y la demagogia de quienes nunca se preocuparon por esas tumbas, hasta que entendieron que podían rentabilizarlo electoralmente; hasta que vieron que podían usarlo para fidelizar o recuperar votos. Y, estoy seguro, que a todos nos asaltan las mismas preguntas:

-¿Por qué han esperado treinta años para intentar dar una sepultura digna a esos españoles?.

-¿Es que acaso los socialistas no han estado o siguen estando en el poder nacional, autonómico o municipal que de hecho tenían competencias para, sin las alharacas de ahora, haberlo hecho?.

-¿Es que acaso el señor José Luis Rodríguez Zapatero no ha sido diputado durante décadas sin que al parecer se acordara entonces de su abuelo?.

-¿Es que ese juez que, en palabra de Pilar Urbano, “veía amanecer” trabajando y que ama las luces, los titulares y las cámaras, no lleva ejerciendo como tal más de una década?.

-¿Por qué todos ellos han aguardado, cuando podían haberlo hecho antes, treinta años para ampararse en el dolor y el anhelo de quienes querían dar otra sepultura a sus deudos?.

Para que no se interpreten mal mis palabras quiero dejar constancia, una vez más, que en ALTERNATIVA ESPAÑOLA, desde el principio de la polémica, hemos estado a favor de que, si esas fosas existían y estaban localizadas, se procediera a dar un entierro digno y cristiano a esos españoles.

Nosotros somos de esos españoles que queremos que quede constancia de quienes lucharon y cayeron, en una u otra zona, en las páginas y en las lápidas. Pero queremos que conste el nombre de todos. Porque si hubieron fosas en la zona nacional, también hubo fosas en la zona roja, como las de Paracuellos del Jarama, donde tal día como hoy, hace setenta y dos años fueron asesinados cientos de madrileños hoy olvidados, madrileños para los que no hay homenajes, madrileños que no interesan a las autoridades de la Comunidad de Madrid; porque si hubo Consejos de Guerra en la zona nacional, también hubo Tribunales Populares en la zona roja; porque si Francisco Franco no conmutó sentencias de muerte impuestas por los Tribunales, el líder socialista, Francisco Largo Caballero, daba el enterado del gobierno a las miles de penas impuestas por los Tribunales Populares.



Paracuellos. Foto ABC.

La historia no la escriben los jueces ni la arranca la izquierda proscribiendo nombres y arrancando lápidas. La Ley de la Memoria Histórica, no es la ley de la reconciliación; es la ley de la revancha. La Ley de la Memoria Histórica se hace para convertir a unos españoles en héroes y a otros en proscritos. La ley de la Memoria Histórica no se hace para dar digna sepultura a unos españoles, se hace para aprovechándose de ese sentimiento edificar una Verdad Oficial en la que desaparezcan, de una vez por todas, quienes fueron asesinados en la zona roja; zona en la que se llegó incluso, aunque a nadie parezca interesarle, a asesinar a miles de izquierdistas.

Y como la Ley no es suficiente; como la pretensión de la Ley es cambiar la Historia y buscar culpables, se necesitaba un juez para cuadrar el círculo. Y ahí llegó el juez-estrellas. Y yo, aquí, frente a la Audiencia Nacional, quiero preguntarle directamente al juez Baltasar Garzón:

Señor Garzón, si tanto le interesa la justicia y la verdad, ¿porqué, tras declarase competente, no ha procedido de inmediato a levantar la fosa de Alcalá de Henares e investigar lo sucedido; esa fosa donde el Partido Comunista de Santiago Carrillo saldó sus cuentas con otros comunistas despellejando, según parece, al líder del Partido Obrero Unificado Marxista, Andrés Nin?

Señor Garzón, si tanto le interesa la justicia y la verdad ¿porqué no ha procedido, abriendo causa, tras la entrega en mano que le han hecho de las listas de los mil asesinados de izquierdas en Cataluña, en 1937, asesinados por la propia izquierda? ¿Va usted a incluir en esa lista de posibles procesados al presidente de la Generalidad o al presidente del gobierno en aquella época? ¿Va a pedir también al registro civil que le certifiquen si están muertos?

Y finalmente, señor Garzón, acláreme, aclárenos públicamente una duda: Si un juez, instruyendo una causa, se encuentra con posibles delitos, señalemos por ejemplo el de los miles de asesinados en Paracuellos del Jarana o el referido a los miles de religiosos asesinados, con ánimo real y público de exterminio, caso al que sí cabría aplicar el término de genocidio, y no los investiga o decide no incluirlos en el proceso abierto, ¿no es una figura delictiva? A eso, ¿no se le llama prevaricación? ¿Y no podrían unos ciudadanos, como nosotros, denunciarle por ello ante la justicia nacional o internacional?

Llegamos así al punto central de esta convocatoria: la conjunción entre el actor principal y el actor secundario. La conjunción entre el proyecto ideológico neomarxista, edificado desde el sectarismo, el jacobinismo y el rencor, de José Luis Rodríguez Zapatero, y las ansias de protagonismo de un juez que quiere acumular méritos para poder llegar a presidir la Audiencia Nacional o a magistrado de ese Tribunal Penal Internacional que con tanta ansía reclama. Un juez que lleva años haciendo autocampaña. Una autocampaña que pagamos todos los españoles y según parece algunos más. Un juez que parece tener el don de la ubicuidad, pero al que los sumarios se le atascan y los delincuentes salen, porque se pasan los plazos, sin que pase absolutamente nada. ¡Lástima!, que tanto esfuerzo no lo dedicara a encontrar la fórmula para que un asesino múltiple, como el terrorista José Ignacio de Juana Chaos, no campee a sus anchas por Irlanda y le tome el pelo a la justicia española.

Un juez que ha decidido pasar por encima, incluso, de las decisiones soberanas del Parlamento. Un juez que se autoconcede las autorizaciones para proceder. Un juez que se ampara en trucos legales y en bajas médicas para parar la acción de la Fiscalía contra su proceder. Un juez que decide a quién protege la ley de amnistía y a quien no. Un juez que es capaz de decir que Santiago Carrillo está protegido por esa ley y que por tanto no lo va a investigar y que argumenta que otros sí pueden ser procesados. Un juez que es capaz de inventar un sumario a partir de un recorte de periódico, instruyendo un auto que causa vergüenza ajena. Esa es la noción de la justicia que tiene Baltasar Garzón. Pero ese juez no hubiera actuado así de no contar con el impulso y el aliento de José Luis Rodríguez Zapatero. Ambos han coincidido en el proyecto -el socialismo y el juez una vez más cabalgan juntos-; un proyecto fundamentado en conseguir desunir a los españoles; dividirlos mediante una barrera que no puedan cruzar para así mantener mayorías electorales. De ahí que hayamos realizado esta convocatoria bajo el lema “España lo que nos une. Zapatero y Garzón lo que nos desune”.

Este superjuez, este amante de los cámaras, los titulares y los fotógrafos no busca justicia, busca venganza; porque ésta no puede aplicarse olvidando a unos y santificando a otros; porque no es justicia cuando se exalta a unos y se olvida a otros; cuando se habla de unas fosas y se cierran otras; cuando se rechazan unas demandas y por las mismas razones se abren otras. Y ahora, incluso, se pretende que la ONU intervenga para que inste a las autoridades españolas a cambiar las leyes que han sido aprobadas por las propias cortes de la democracia, en una injerencia sin precedentes en nuestra soberanía nacional.

Yo no quiero terminar sin dos frases históricas, dos referencias a personajes distintos y hasta contrapuestos: Franco y Manuel Azaña. El idolatrado Manuel Azaña, uno de los responsables históricos del fracaso de la II República española y de su desembocadura en una guerra al provocar la exclusión de media España, al alentar la ruptura de la convivencia y al tratar de extirpar nuestras creencias, horrorizado del final de su quimera, escribió pidiendo “Paz, piedad y perdón”, cuando la guerra estaba perdida.

En la otra orilla, en la España de la Victoria, tal y como se dice ahora, en los años sesenta, la película oficial “Franco Ese hombre” cerraba el capítulo de la guerra civil diciendo “Por una España mejor, en una y otra orilla cayeron” los españoles.

Nosotros supimos reconciliarnos, los que no han sabido hacerlo son los políticos que aún andan en guerra contra el pasado para no preocuparse por nuestro futuro. Nosotros, como cristianos, pedimos que la Cruz cobije a todos los muertos, los de un bando y otro, los ofendidos y los que ofendieron, como se hace en el Valle de los Caídos. Nosotros, como españoles, pedimos que el nombre de todos pueda figurar en las placas y que todos podamos rendirles homenajes, a unos o a otros. Y para eso no necesitamos ni el rencor de José Luis Rodríguez Zapatero ni las ambiciones de Baltasar Garzón.


DISCURSO DE ALBERTO PASCUAL ANTE LA AUDIENCIA NACIONAL. 7 Nov.08.


Comentarios

goooooood girl ha dicho que…
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