Una procesión atea

Prevista para el próximo Jueves Santo, que sucede a varios ataques y profanaciones a templos católicos. ¿Porqué ocurre que cuando se promueve un mayor laicismo en la sociedad en nombre de una teórica mayor libertad, va acompañado de agresividad hacia los creyentes y sus símbolos religiosos?... pero no es algo nuevo, en la época moderna éste tipo de ataques se iniciaron durante la Revolución Francesa:





«La cosa parecía bien encarrilada: Chaumstte se apresuró a organizar una nueva manifestación. Tres días bastaron para prepararlo todo, y el 10 de noviembre la Razón hizo su entrada en Nôtre-Dame. Todos los desfiles revolucionarios se parecen, y no había de ser este una excepción. A la cabeza, las autoridades del departamento y de la Commune; detrás, los músicos y cantores; y para cerrar la marcha, muchachas vestidas de blanco, ceñidas con bandas tricolores. En el interior de la catedral se había levantado una montaña de cartón, coronada por un templo griego y rodeada de bambalinas. En torno, antorchas y bustos; Voltaire, Rousseau, Franklin. Hubo discursos, cantos, música. Las muchachas se encaramaron en la montaña y del templo griego salió una artista de la Opera que representaba a la Razón.

La Convención ignoraba oficialmente la ceremonia, pero Chaumette fue a buscarla a domicilio. Músicos, cantantes y vestales penetraron tras él en el recinto de las Leyes. Chanmette anunció que el fanatismo no había podido soportar el brillo de la verdadera luz. El presidente Laloy anatematizó fieramente a la hidra de la superstición. Thuriot pidió que el nuevo culto se celebrase otra vez, y en vista de eso volvieron a salir todos en comitiva para Nôtre-Dame. Nuevamente la antorcha de la verdad iluminó las tinieblas; las trompetas resonaron bajo las bóvedas; las muchachas vestidas de blanco escalaron nuevamente la montaña de cartón; la Razón volvió a aparecer a la puerta del templo; Chaumette cantó la Naturaleza, la Justicia y la Verdad con un nuevo discurso. Y todos se separaron un poco cansados.

Los días siguientes se dedicaron a mascaradas parecidas a ésta: desfiles de guardias nacionales con roquetes, transporte a la Convención de los tesoros de las sacristías, exposición de los relicarios en los archivos, incineración de las reliquias, banquete cívico en San Eustaquio; baile en San Gervasio, etc.

Por último, el 23 de noviembre la Commune resolvió que las iglesias y los templos de los diferentes cultos, que existían en París se cerrasen inmediatamente. Quien solicitara la reapertura quedaría detenido como sospechoso, y a los sacerdotes se les haría responsables de los disturbios que pudieran producirse con este motivo.»


....


«El sitio de Lyon comenzó el 9 de agosto; el bombardeo el 22, pero el ataque a fondo no se llevó a cabo hasta mediados de septiembre. Précy consiguió evadirse durante una salida el 8 de octubre. Al día siguiente se rindió la ciudad. Tolon, ocupado por los ingleses, resistió a Dugommier hasta el 19 de diciembre.

Si los montañeses no hubiesen sido una facción, «se hubiesen mostrado humanos, ya que no por humanidad, a lo menos por interés». La calculada moderación de Robert Lindet había conseguido sin trabajo reintegrar a la obediencia la Normandía. Caen, la ciudad de Carlota Corday, y Evreux, que lo era de Buzot, se habían sometido sin disparar un tiro. Pero en Lyon y en el Mediodía la gente de los clubs no vivía ya más que para la venganza. EL 12 de octubre y el 24 de diciembre, la Convención decreta que «la ciudad de Lyon sea destruida, que sea demolido todo lo que los ricos habitaron: no quedará más que la casa del pobre, las habitaciones de los patriotas degollados o proscritos, los edificios especialmente empleados en la industria, los monumentos consagrados a la humanidad y a la instrucción publica». De igual modo en Tolon, «las casas del interior deberán ser arrasadas; no se conservarán más que los establecimientos necesarios para los servicios dc guerra y marina, de víveres y aprovisionamientos». «Se suprimirá el nombre de Tolón; este Ayuntamiento llevará en adelante el nombre de Puerto de la Montaña». «Se borrara el nombre de Lyon de la lista de ciudades de la República; la reunión de las casas que se conserven llevará en adelante el nombre dc Ville Affranchie. Sobre las ruinas de Lyon se elevará una columna con esta inscripción: «Lyon hizo la guerra a la Libertad, Lyon ya no existe.» Couthon y Dubois-Crancé, que habían dirigido el sitio y que se habían limitado a ordenar una treintena de ejecuciones, reciben orden de volver a París, y van a reemplazarlos dos amigos de Hebert: Fouche y Collot - d'Herbois, un oratoriano ex-claustrado y un farandulero de baja estofa.

Apenas llegados, los dos procónsules organizaron en honor de Chalier, dios y mártir de la religión revolucionaria, una ceremonia a la vez odiosa y grotesca, de la que Luis Madelin ha hecho una repugnante descripción.

Antes de nada, escoltados por un batallón de jacobinos armados con hachas y picas, los representantes recorrieron la ciudad con gran pompa, derribaron las cruces, saquearon las sacristías, arrojaron de las iglesias al clero constitucional y proclamaron la abolición del fanatismo. Después de lo cual, sobre las ruinas del antiguo culto instituyeron el nuevo.

El busto de Chalier apareció sobre un palanquín tricolor. Fouche y Coliot se colocaron detrás de él. Detrás venía un burro cubierto con una capa y tocado con una mitra, llevando sobre el rabo un crucifijo, la Biblia y el Evangelio; luego, una tropa de sans-culottes, y, por último, una multitud de gentes que gritaban: «¡Abajo los aristos! ¡Viva la República! ¡Viva la guillotina!» La mascarada se detuvo en la plaza de Terreaux. Los representantes se arrodillaron ante el palanquín y vociferaron: «Dios Salvador (se trataba, es bueno recordarlo, de Chalier), mira a tus pies la nación prosternada que te pide perdón. ¡Manes de Chalier, seréis vengados! ¡Lo juramos por la República!» «Ya no existes, Chalier! ¡Mártir de la Libertad, te han inmolado los malvados! ¡Su sangre es la única agua lustral que puede aplacar a tus manes justamente irritados! ¡Chalier! ¡ChaIier! Sobre tu imagen sagrada juramos vengar tu suplicio. La sangre de los aristos te servirá de incienso» Se encendió un brasero, en el que quemaron un Evangelio y un crucifijo. Obligaron al burro a beber el contenido del cáliz. Los monárquicos aseguraban poco después que también entraba en el programa haberle hecho comer hostias, pero una lluvia torrencial obligo a dar por terminada la fiesta.»



Pierre Gaxotte. La Revolución Francesa.

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