EL CASO ELUANA ES NUESTRO CASO

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El caso de Eluana Englaro, la mujer italiana que está en coma, y que sus familiares quieren dejar de alimentar e hidratar vuelve a ser noticia. En contra de la legislación italiana, que no permite la eutanasia, el Tribunal Supremo admitió que se desconectara a Eluana. El Ministerio de Sanidad lo impidió prohibiendo que cualquier centro sanitario privado o público tomara una decisión de este tipo. En las últimas horas ha sido trasladada a otro hospital que pretende sortear la prohibición del Gobierno.

A las muchas personas e instituciones que reclaman que siga viva, entre otras las monjas que han cuidado a Eluna durante los últimos 17 años, se les acusa de falta de piedad. Como si la piedad consistiera en dejar de alimentar a esta mujer para que muera por inanición. Eluana está en coma, Eluana quizás no despierte, ¿pero podemos decir que por eso la vida de Eluana no es digna de ser vivida? Antes de responder rápidamente a esa pregunta conviene pensárselo dos o tres veces, porque en realidad ya no estamos hablando del caso Eluana sino de nuestro propia vida. Todos tenemos la experiencia, en un grado u otro, de limitaciones y de sufrimiento. Pero esas experiencias no apagan la intuición de que la vida que recibimos, aunque sea de un modo misterioso, merece la pena, y alcanzará la plenitud que ha deseado desde que era consciente. Esa evidencia es la que se quiere destruir con el caso Eluana, que es nuestro caso.   

COPE





Miles de botellas de agua piden que no se deje morir de sed a Eulana ante la clínica donde será asesinada

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