Respondiendo a Cesar Vidal (2)
«Franco no puede ser asumido por los liberales»



Decía Franco en el discurso de presentación del Decreto de unificación de abril de 1937 al que ha hecho referencia Cesar Vidal;

"Se invoca en las propagandas rojas la democracia, la libertad del pueblo, la fraternidad humana, tachando a la España Nacional de enemiga de tales principios. A esta democracia verbalista y formal del Estado liberal, en todas partes fracasada, con sus ficciones de partidos, leyes electorales y votaciones, plenos de formulas y convencionalismos, que, confundiendo los medios con el fin, olvida la verdadera substancia democrática, nosotros abandonando aquella preocupación doctrinaria, oponemos una democracia efectiva, llevando al pueblo lo que le interesa de verdad: verse y sentirse gobernado, en una aspiración de justicia integral, tanto en orden a los factores morales cuanto a los economico-sociales; libertad moral al servicio de un credo patriótico y de un ideal eterno y libertad económica sin la cual la libertad política resulta una burla".

Franco explica qué era para él la democracia liberal, un sistema político en que la sociedad pierde las fuerzas y los recursos por las luchas de los partidos políticos que confunden su interés de conseguir cuota de poder y una vez conseguido mantenerse en él, en vez de preocuparse por el bien común de la sociedad. Es lo que se había visto en extremo en la II República un sistema en teoría democrático. Cualquiera que hubiera vivido ese régimen se habría desencantado de las teóricas ventajas que ofrecía un sistema de partidos liberal con derecha, izquierda y partidos nacionalistas y quizás por eso el régimen tuvo un amplio apoyo popular...

Y también lo vemos ahora, los partidos toman más medidas pensando en un interés electoral cortoplacista que en hacer planificaciones a medio plazo que realmente resulten provechosas para la sociedad, mucha parte del déficit del estado, las autonomías y los ayuntamientos tiene que ver con ello. También con la corrupción de los políticos que se han acostumbrado manejan el dinero público como si estuviese al servicio de su partido y de ellos mismos. Como las grandes obras que se llevan acabo en comunidades autonómicas y ayuntamientos que intentan inaugurar cercanos a unas elecciones, muchas veces obras innecesarias, caras y pagadas con créditos. Luego llegan los de fuera y nos piden que recortemos gastos y se empieza por recortar derechos sociales por culpa de la mala gestión de los políticos... no es extraño que llegado un momento la gente se cabree.

La democracia liberal de partidos a parte de que ser relativista, incluye la competitividad entre los políticos y los partidos, hace perder muchos recursos económicos en frugalidades y peleas y crean división en la gente de la calle a veces de forma dramática como la vivida en los años 30. Dificultan las políticas de planificación económica a largo plazo porque siempre tienen que tener presentes las encuestas y están obligados a tomar muchas medidas cortoplazistas. Y el tiempo que emplean los políticos en peleas partidistas no pueden dedicarlo a la buena gestión de lo público.

Por eso los partidos hablan mucho a sus electores de derechos y casi nunca de deberes. Y es más fácil conseguir el apoyo cuando por ejemplo se vende el derecho de la madre a prescindir de un embarazo no deseado y es más difícil conseguir el apoyo cuando se intenta convencer de la obligación de respetar la vida del no nacido porque éste no se puede expresar y requiere por parte de los ya nacidos adultos un ejercicio de reflexión sobre cuando empieza la vida humana. La democracia liberal (nos referimos al sistema liberal, no a los que se consideran liberales) favorece que la masa actúe más por impulsos superficiales que por la reflexión sobre las cuestiones importantes porque hacer esto último cuesta más esfuerzo y si se llega a una conclusión ser coherente cuesta sacrificio en un ambiente que induce a lo contrario. Y al fin y al cabo vale igual el voto de alguien que reflexiona sobre las cuestiones que el que actúa por impulsos superficiales. El zapaterismo lo ha sabido bien, y ha explotado la parte hedonista y superficial que hay en la gente. Quizás en parte por eso la derecha conservadora está obligada a seguir siempre los pasos que va marcando el progresismo, para no perder los votos de los que no reflexionan que se ve son mayoría.

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